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El globo terráqueo, del que no nos faltan representaciones, tiene en el Mapparium una de las más originales y sorprendentes

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Durante la década de los 30 un arquitecto de Boston llamado Chester Lindsay Churchill fue el encargado de diseñar el nuevo recinto de la Christian Science Publishing Society para competir con espacios similares y superarlos, por ejemplo el New York Daily News.

A la entrada del Mapparium se puede ver que se encuentra dividido en tres. De adentro hacia afuera hay una bisectriz atravesada por un andador de vidrio. Anteriormente éste estaba iluminado con la ayuda de cientos de lámparas, pero actualmente han sido sustituidas por LEDs. 

El Mapparium destaca por ser el único lugar en el mundo que permite ver la superficie de la Tierra sin distorsiones. Normalmente, incluso cuando se observa a través de un globo terráqueo exacto, resulta que la relatividad de los continentes se distorsiona por la perspectiva. La forma esférica ocasiona que diferentes regiones se presenten a distintas distancias para el ojo del observador. Sin embargo, el centro del globo siempre va a captar la misma distancia desde cualquier punto del mapa. 

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Resulta fascinante ver nuestro planeta desde el Mapparium: las dimensiones cambian; localizar un punto en esta nueva perspectiva no es sencillo. Asimismo, mientras que la relativización del tamaño de los continentes es correcta, las fronteras políticas se encuentran desactualizadas; por ejemplo, todavía es posible encontrar la Indochina Francesa y Siam. El telar de África aparece como un bloque colonial, por lo que el mapa también se convierte en una interesante lección de historia y geopolítica.

Finalmente, la posibilidad de hacer del Mapparium una galería sonora es la mejor sorpresa: escuchar los murmullos de los visitantes en un sonido surround que permite hacer de la visita una experiencia distinta a cualquier otra.