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Profesor universitario se mimetizará por un año con David Bowie para escribir su biografía

Por: Luis Alberto Hara - 08/19/2015

Will Brooker decidió adoptar la identidad de David Bowie durante un año, en casi todos sus ángulos conocidos, desde su indumentaria y sus hábitos alimenticios hasta sus rasgos más excéntricos

 

¿Hasta dónde puede llegar la admiración por un personaje público? Como en ciertas fantasías literarias, es posible que el límite sea la suplantación, el reemplazo absoluto del personaje sobre la persona, como si esta nunca hubiera existido pero también, como si el personaje sustituto fuera el original.

En cierta forma, esa es la empresa que un respetado académico inglés está a punto de acometer. Will Brooker, profesor de cine y estudios culturales en la Kingston University de Londres, decidió que la mejor forma de comprender a David Bowie es ser David Bowie, un argumento casi borgeano que durante 365 días lo hará transitar por los muchos avatares de Bowie, repetir sus hábitos alimenticios, leer sus libros preferidos, ver sus películas favoritas, viajar a los sitios de Inglaterra y otras parte de Europa en donde el compositor ha estado e incluso duplicar las excentricidades del artista: la privación del sueño, seguir una dieta de pimientos rojos y leche, leer a Aleister Crowley, etcétera.

“La idea es habitar la cabeza de Bowie en puntos de su vida y su carrera para entender su trabajo y su ángulo original, reteniendo al mismo tiempo una perspectiva crítica y objetiva –una especie de escisión de personalidad, tal vez”, declaró al respecto Brooker, quien realiza este ejercicio porque recibió la encomienda de escribir Forever Stardust, una monografía a propósito del cantante y compositor.

 

En cuanto al consumo de drogas que también caracteriza a Bowie, parece ser que es el único aspecto ante el cual el profesor tiene ciertas reservas, pues considera que “los niveles de cocaína que Bowie consumía no son sólo ilegales […], sino demasiado costosos”. Con todo, a manera de sucedáneo hay fines de semana en que Brooker se sobreestimula con bebidas energizantes, con las que busca simular dicho efecto.

“Nadie puede ser Bowie de nuevo, y pienso que nadie quisiera pasar por todo lo que él vivió. No realmente. Pero yo quiero una probada de eso”, dice el profesor.

Como decíamos, el experimento de Brooker oscila entre la realidad y la ficción, y fácilmente podría convertirse en el motivo de una fábula literaria o cinematográfica. También es material de análisis psicológico e incluso filosófico: ¿Qué nos hace ser lo que somos? ¿Cierta esencia inalterable y acaso imposible? ¿O los "accidentes" –en el sentido aristotélico del término– resultantes de nuestra vida en el mundo? ¿David Bowie es quien es por su alimentación, o por sus composiciones? ¿Cómo se resuelve el enigma de la personalidad?

Siguiendo el hilo de la especulación, cabría preguntarse por el momento hipotético en que Brooker llegue a la conclusión, totalmente coherente dentro de su lógica personal, de que él es Bowie, que a él se le deben tributar los aplausos y los homenajes, que suyo es el pasado de álbumes y conciertos. Y entonces quizá el Bowie auténtico dude y se diga, en un momento de ambigüedad, que es al otro a quien le ocurren las cosas.