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¿Cómo detener una sustancia que no conocemos bien y que tampoco podemos controlar? Un esquema de concientización e información es un buen principio para proteger a los usuarios

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En un tema con muchos protagonistas, la nueva amenaza viene de una droga sintética conocida comercialmente como "Spice" o "K-2", aunque tiene muchos nombres más. Fue creada en un laboratorio experimental con fines de investigación, pero como muchas sustancias ilegales a nuestro alcance, nunca se previó su consumo en humanos. La toxicidad de la "marihuana sintética" o "marihuana falsa" (fake weed), como también se le conoce, es tal que se han reportado más de 300 casos de intoxicación en los estados de Mississippi y Alabama en Estados Unidos y el estado de New Hampshire ha declarado un estado de emergencia, pero también han ido aumentando los casos en Europa.

Otros nombres por los que puedes encontrarla son: Yucatán Fire, Bliss, Blaze, Skunk, Moon Rocks y JWH-018, -073 y muchos otros. Las siglas provienen de John W. Huffman, el médico que la creó. En una entrevista, el doctor Huffman dijo literalmente que alguien debe ser muy "idiota" para consumir Spice con fines recreativos; médicamente ni siquiera es similar a la marihuana, y aunque sus primeros efectos sean muy parecidos (está hecha a base de cannabinoides), la forma en que el cuerpo la procesa es completamente diferente.

Los síntomas y efectos secundarios asociados al consumo de Spice (aunque sin que exista mucho conocimiento sobre la dosificación) incluyen agitación, vómito, alucinaciones, paranoia, temblores, desmayos, taquicardia, hipopotasemia (un desequilibrio hidroeléctrico del cuerpo), dolor de pecho, problemas cardíacos, infartos, daño al hígado, psicosis aguda, daño cerebral y muerte.

Pero más que demonizar a Spice debemos tratar de entender cómo funciona, por qué es peligrosa y por qué hay que diferenciarla de la cannabis "natural".

1. Todo está en el cerebro (pero no en la mente)

El ingrediente activo de la cannabis, el THC, activa el receptor CB1 como agonista parcial, pero Spice actúa como agonista total, lo que quiere decir que el cerebro no puede procesarla y que el efecto secundario dependerá de la zona donde dicho receptor CB1 fue activado (spoiler: están por todo el cerebro). El toxicólogo Jeff Lapoint afirma que siempre se trata de la dosis: el agua puede ser venenosa si ingerimos litros y litros de ella; es lo mismo que ocurre con la marihuana sintética, que en comparación con la natural "puede ser 100 veces más potente que el THC", según el profesor de farmacología Paul Prather. "Estas cosas son claramente muy distintas al THC, por lo que no es de sorprenderse que su uso resulte en efectos adversos que pongan en riesgo la vida".

Según la doctora Yasmin Hurd, la localización del receptor CB1 en el cerebro determinará qué efecto dañino sufrirá el cuerpo:

Su presencia en el hipocampo puede estar detrás de los efectos en la memoria; su presencia en el desencadenamiento de una apoplejía de la corteza temporal es por lo que ocurren las apoplejías. Y en la corteza prefrontal, tal vez es que ves estas psicosis tan fuertes con los cannabinoides sintéticos.

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2. El riesgo de sobredosis es muy real

La sobredosis (o "malviaje") de cannabis puede ser incómoda, pero difícilmente peligrosa: nadie muere por ello, y los efectos sobre la mente y el estómago pasan luego de unas horas y de tomar mucha agua. Este no es el caso con la Spice, pues debido a que se fabrica en establecimientos irregulares, es virtualmente imposible determinar la cantidad de droga que se coloca en cada bolsa. Según Lewis Nelson, del Departamento de Emergencias y Toxicología Médica de la Universidad de Nueva York, los "malviajes" de cannabis también lucen muy diferentes a las sobredosis de Spice:

Los usuarios de porro usualmente son interactivos, tiernos, divertidos. Cada tanto vemos un malviaje de marihuana natural. Pero se van rápidamente. Cuando la gente usa sintéticos, se ven como si usaran anfetaminas: están enojados, sudorosos, agitados.

3. El cuerpo no sabe cómo procesarla

El proceso por el que una droga es desechada del cuerpo es por metabolización, pero el cuerpo no tiene referencia sobre cómo desactivar la bomba sintética de la Spice. La marihuana sintética no tiene cannabinol ni propiamente THC sino, como se dijo, una sustancia cuya composición molecular es inestable y cambia con cada nuevo lote que es identificado.

4. No existe control de calidad

Se cree que la Spice es fabricada y empacada en China. Los fabricantes toman alguna(s) hierba y la rocían con químicos. Se ha dado el caso de que un mismo lote tiene concentraciones muy diferentes de sustancias distintas, incluso en la misma bolsa. Esto se ha comprobado especialmente en las marcas comerciales como Spice o K-2, de modo que a diferencia de la salvia divinorum, que cuenta con un indicador de la concentración y potencia de la planta, es muy difícil saber realmente qué es o qué contiene cada lote de marihuana sintética.

5. Evoluciona para ir un paso al frente de las autoridades

Laboratorios de todo el mundo han identificado cientos de variaciones, y lo que tienen en común es que la fabricación casera no requiere de grandes conocimientos de química. Las primeras muestras de JWH fueron encontradas en Alemania en 2008; aunque las autoridades crearon leyes para prohibir la sustancia, en cuestión de semanas aparecieron nuevas formas que variaban sólo un poco en cuanto a su composición, lo que legalmente las eximía de las leyes hechas precisamente para limitar su circulación. Es posible pensar que mientras lees esto se crean nuevos compuestos que difieren apenas en una molécula de sustancias que las autoridades buscan prohibir, lo que crea un cuento de nunca acabar.

A manera de conclusión, es interesante ver cómo el florecimiento de los laboratorios clandestinos de drogas de diseño prolifera y muta de modo que las autoridades van siempre un paso atrás. En este contexto podemos recordar la famosa prohibición de bebidas alcohólicas en Estados Unidos a principios del siglo XX, cuando la demanda de licor no cesó y se multiplicaron las destilerías clandestinas que inflaron las arcas de los gángsters, además de financiar un mercado negro importante. 

Algunos especialistas consideran que la legalización de ciertas sustancias podría contribuir a que las autoridades tengan un mejor control en cuanto a las regulaciones sanitarias y cobro de impuestos pertinentes, y también a ofrecer a los usuarios sustancias de calidad que no pongan en peligro su vida. Se trata siempre de considerar qué riesgo tomar (pues siempre habrá riesgos): si el de la legalización consciente, informada y gestionada en buena parte por el Estado o el de seguir prohibiendo al por mayor sustancias que, como la mítica hidra, aparecen fortificadas cada vez que se corta una cabeza.