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La inolvidable (y última) entrevista de Carl Sagan en el programa de Charlie Rose (VIDEO)

Por: Luis Alberto Hara - 05/30/2015

Sagan se mantiene con una refrescante actitud de apertura y asombro, prueba de que el espíritu científico, desde el punto de vista de la conciencia, no es una barrera para la sensibilidad

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Mayo 27 de 1996: Carl Sagan, uno de los mayores astrónomos y divulgadores científicos del mundo, ofrece su última entrevista en el programa televisivo de Charlie Rose, durante una recesión de la mielodisplasia que terminará con su vida en diciembre del mismo año. Es por eso que en la entrevista vemos a un Sagan desmejorado en cuanto a apariencia física, pero como rejuvenecido por la conciencia del proceso que atraviesa su cuerpo y que no inhibe (sino al contrario) su capacidad retórica y su humor.

Hacia el final de su vida, Sagan trató más que nunca de referirse a temas de interés popular pero vistos desde un punto de vista científico, como si la ciencia fuera más una herramienta para observar los fenómenos que para entenderlos a cabalidad o para dar una conclusión al respecto. De esta forma puede tocar asuntos como la relación entre la ciencia y la política y el papel de los científicos en la construcción de leyes más justas para la gente, pero del mismo modo puede hablar sobre la religión y los peligros de literalizar las enseñanzas espirituales, además de los hoax, las teorías de conspiración y la vida extraterrestre.

El papel del escepticismo activo es especialmente importante para Sagan, como queda demostrado en la presente entrevista: no importa tanto el tema en cuestión sino la adopción de una distancia escéptica, más como un gesto del pensamiento frente al horizonte del prejuicio que como una salida infalible para dar cuenta de problemas cuando no está presente toda la información necesaria para pronunciarse sobre ellos con toda certeza, como en el caso de los fantasmas (14:10) o el monstruo del lago Ness (16:19). 

Sagan diferencia poderosamente el conocimiento científico así como todas las fases de producción de la adopción de creencias (fortalecidas por el hábito personal y el contexto social), desechables muchas veces en presencia de evidencia. Incluso a punto de enfrentarse a la muerte --al menos a través de las incisivas preguntas de Rose, Sagan se mantiene con una refrescante actitud de apertura y asombro, prueba de que el espíritu científico, desde el punto de vista de la conciencia, no es una barrera para la sensibilidad sino, al contrario, permite redirigir el asombro hacia la vía de la investigación y el conocimiento, que debe ser por naturaleza compartido.

Una lectura final de las respuestas de Sagan acerca de los más diversos temas (desde qué es un universo hasta la importancia de la educación científica en los planes de estudio de los países democráticos) permite leerlas como una invaluable advertencia para el futuro (nuestro presente): dejar en manos de minorías ignorantes las decisiones políticas que afectan a las mayorías es nocivo no solamente para el desarrollo de la ciencia sino para las relaciones sociales basadas en las interpretaciones populares y desinformadas (como cuando se deja la ciencia en manos de fundamentalistas religiosos), que pueden tener consecuencias funestas.

La elección al final resulta de lógica elemental: mantener a las masas ignorantes de manera que sean fácilmente manipulables por interdicción de los "comités de expertos" o poner herramientas educativas en sus manos, tanto de datos duros como en el arte de aprender a pensar. Para ambos objetivos, Carl Sagan resulta siempre un invaluable y refrescante punto de partida.