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El fotógrafo Itamar Freed nos recuerda la fascinante relación entre las aves, los espíritus, la sabiduría divina, las epifanías y nosotros

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Las aves están tan simbólicamente relacionadas con el estado liminal entre la vida y la muerte que sentir su plumaje rozando la piel desnuda debe ser uno de los placeres más elegantes y ominosos. Y el fotógrafo Itamar Freed lo sabe bien.

Para su serie Birds of Paradise, Freed asigna un guardián alado a cada modelo de sus fotos, y con ello “encanta” la realidad entera que retrata. Cada ave tiene un símbolo único, y no necesitamos que nos digan qué representa para sentir que algo entre oscuro y luminoso se manifiesta de acuerdo a la especie y a su posición física. Las aves, como ninguna otra especie animal, despiertan nuestro subconsciente de golpe.

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Para el proyecto, el fotógrafo rentó pájaros disecados de un taxidermista israelí; un hombre que conoció personalmente a las aves durante su vida en el zoológico, y cuando murieron, todas por causas naturales, las disecó en su estudio. Pero Freed también incorpora aves vivas en sus retratos y teje así un vínculo literal entre la naturaleza muerta y el paraíso, la desnudez mitológica y el psicopompo tan intrínseco a las aves.

El reino de Birds of Paradise no es de este mundo; es quizá el mismo reino de Plotnikova y sus hermosas ninfas conviviendo con animales, pero con un giro funesto y liminal, aunque no por ello menos irresistible.

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