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Mear One: el graffiti y la ciencia ficción al servicio de las protestas anti-Nuevo Orden Mundial (FOTOS)

Por: Luis Alberto Hara - 02/01/2015

El arte callejero de Mear One incorpora un híbrido de ideas filosóficas y conspiracionales que transcurren en la época, una sociedad distópica que no es capaz de mirar la decadencia con sus propios ojos

Si bien el graffiti es una de las herramientas del arte estrechamente ligadas a la crítica social, el inconformismo y la lucha contra el sistema, sólo aquellas representaciones que resultan técnicamente más profesionales y/o idealmente más creativas logran llegar a la conciencia de las masas de una manera autómata. Tal es el caso de los murales fantásticos y sublimes del artista Kalen Ockerman (a.k.a. Mear One), los cuales ha destinado a representar objetivamente una sola idea: fomentar el pensamiento crítico sobre las clases sociales que oscilan entre la penuria y el descaro como resultado de la (des)organización y cinismo de políticos y banqueros Illuminati. El arte callejero de Mear One incorpora un híbrido de ideas filosóficas y conspiracionales que transcurren en la época, una sociedad distópica que no es capaz de mirar la decadencia con sus propios ojos.

Elementos del hip hop y la teología en todas sus expresiones también se hacen visibles; para Mear One, el concepto de ismology (el estudio de todas las corrientes con la terminación "ismo": budismo, hinduismo, etc.) es parte importante de sus pinturas.

“El Nuevo Orden Mundial es el enemigo de la humanidad”, señala la pancarta que lleva en la mano un activista alzando el puño junto a unos cuantos que deciden el rumbo del mundo en un juego de Monopoly. A su vez, se encuentra posado sobre las espaldas de la clase social inferior, rodeado de grandes engranes que contaminan la atmósfera de fondo. Este es uno de los murales más recientes y uno de los más grotescos del artista, que se pudo mirar plasmado en la calle Hambury del East End en Londres (zona en la que predominan principalmente los musulmanes). La pintura generó críticas fuertemente conservadoras, que tacharon al trabajo de antisemita comparándolo con la propaganda nazi. Pero lo que pareciera una acusación absoluta resulta más bien censura: el mural fue borrado 1 semana después de terminado, a pesar de que la gente del lugar y el propio dueño de la construcción apoyaron el trabajo de Ockerman: "mi mural es sobre clases y privilegios, el problema es que a un grupo de conservadores no le ha gustado y están jugando conmigo la carta del racismo".