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Mentir o ser cómplices de la mentira para romper las reglas es una constante necesidad que si bien no es inteligente, puede ser demasiado creativa

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Todos en algún momento de nuestras vidas hemos dicho una mentira. En el ámbito laboral, no se necesita ser una mente brillante para salirse con la suya, ya sea si necesitamos escapar unos días del estrés y fingir enfermedad o si gustamos de ser fieles amigos de Facebook y simular que estamos trabajando, el proceso para generar nuestra próxima estrategia siempre es el mismo.   

Pero, ¿qué motiva a las personas a mentir para romper las reglas en el trabajo? Recientes estudios de la Universidad de Duke propuestos para Psychology Today afirman que la creatividad, y no la inteligencia, predice deshonestidad. Francesca Gino, una de las coautoras de este artículo, describe brevemente que inducir una mentalidad "casual", con señales que alientan flexibilidad, --con palabras como original, novedoso e imaginativo-- incrementaba las probabilidades de hacer trampa en un juego”, por ejemplo. En resumen, las probabilidades de que la moral del individuo se relaje aumentan. Sin embargo, la cuestión sustancial a discutir es si la compañía está dispuesta a aceptar estos comportamientos en sus empleados.

 "Las reglas pueden romperse siempre que trabajes en una compañía que esté cómoda con el desorden como un aspecto clave para su crecimiento", apunta Roy Cohen, orientador vocacional y autor de The Wall Street Professional's Survival Guide. Para Cohen, las “mentiras blancas” y la complicidad que surge de dicha creatividad son importantes para la armonía en el ambiente de trabajo, pues de no ser así una persona ágil, dedicada y empeñada a vivir en un ambiente conservador, no sobreviviría en un nuevo trabajo frente a sus demás colegas que ya han tenido un poco de “moral relajada”. Pero como todo equilibrio, el ser demasiado “creativos” para mentir también produce severas consecuencias desfavorables. Se está en la sima o en la cima; cuando este comportamiento se sale de control, es probable que el individuo ni siquiera se dé cuenta de ello, intentando sobrepasar todo tipo de normatividad para lograr una meta que poco tiempo durará en la cumbre del éxito.

¿Y por qué se rompen las reglas?

Según Ira Wolfe, presidenta de Success Performance Solutions, estas son algunas premisas a la interrogante:

Porque somos curiosos

La constante necesidad de saber “qué pasará si lo hago”, nos motiva a romper las reglas. La moralidad puede contraatacar... pero la curiosidad sigue viva.

Somos impulsivos

Algunas personas toman decisiones solamente cuando todos los hechos están claros y en orden. Otros, confían en la emoción y el instinto. Considera a quién quieres en tu equipo de trabajo, qué tipo de riesgos estás dispuesto a tomar y dónde los colocarás para obtener el máximo efecto.

Nos unifica

Participar en un acto medianamente malo durante el trabajo, como espiar junto con otros colegas de trabajo las redes sociales de otras personas cuando se supone que debes estar terminando un proyecto, es un momento de unión. Nadie quiere ser el aguafiestas o el juzgón, así que es más fácil jugar al cómplice.

Nos hace más creativos

Sentir que se está fuera de las reglas, ser el colega “tramposo”, estimula exponencialmente la creatividad y trabajamos más en la generación de nuevas estratagemas que nos hagan sentir, falsamente, “inteligentes”.

 

 [Fast Company]