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El problema de que las farmacéuticas se beneficien de crear enfermos crónicos

Salud

Por: Jimena O. - 10/13/2014

Hay un profundo conflicto de intereses en la industria farmacéutica, que hace que los enfermos sean tomados como clientes para toda la vida

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Monica Müller es una homeópata, escritora y expublicista que ha cobrado cierta relevancia en Argentina. En su nuevo libro, Sana Sana, la industria de la enfermedad, plantea algo que ya hemos discutido antes aquí: cómo las farmacéuticas, en muchos casos, están más interesadas en prolongar las enfermedades que en curarlas, para poder seguir vendiendo medicamentos a un paciente-cliente toda la vida. El Premio Nobel de Medicina Richard J. Roberts ha afirmado que a las farmacéuticas no les interesa desarrollar medicamentos que curan enfermedades ya que esto no es rentable; buscan medicamentos cronificadores. Existe un conflicto de interés sistémico cuando hay más dinero creando enfermos que curando.

Entrevistada por el diario La Nación, Müller dijo que las farmacéuticas y cierta parte de la industria médica que recibe beneficios suelen "inventar enfermedades con el objeto de ampliar el mercado hasta que todos se vuelvan enfermos". Esto ha creado un modelo de salud en el que las medicinas sólo "reprimen síntomas" y en el que impera el "uso irracional de antibióticos" (quizás el más serio problema en la salud mundial, habiendo creado en el microbioma humano, un desastre ecológico similar a lo que ocurre en la Tierra) por lo que debemos "desaprender" este paradigma.

"La sinergia entre la exigencia del paciente, el cansancio del médico y la presión del laboratorio termina por hacer de cualquier persona sana un enfermo y de cualquier enfermo, un enfermo grave", señaló. Müller también habló sobre los efectos nefastos de la publicidad farmacéutica, que "lleva a que si alguien está cansado, automáticamente piense en una aspirina", medicamentos de fuertes efectos colaterales de fácil acceso y ubicua presencia, que se han "convertido en un producto de consumo, que se asimila a un cosmético o a una golosina". La cultura de la pastilla ha hecho que la respuesta automatizada lleve a las personas a preguntarse ante cualquier problema "¿Qué tomo?", en vez de "¿Qué hago?", siendo que la salud es una cuestión integral que tiene que ver con una serie de factores que incluyen aspectos psicoemocionales y se benefician de una cierta actitud proactiva, no de descansar en el milagro científico de la pastilla.

Lee la entrevista completa.