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#MúsicaSuave para degustar una infusión de melancolía: Chapel Floor, de Aaron Martin

Por: Javier Barros Del Villar - 07/12/2014

Este álbum florece entre la música clásica contemporánea y la melancolía espectral; se trata de un disco sanador y poco cómodo

aaron-martin-chapel-floorHay veces en las que la fortuna te lleva a encontrarte con discos que, de algún modo, responden exactamente a las inquietudes musicales que tienes justo en ese instante. Tal vez, además del margen de suerte que quizá recubre cada acto en nuestra vida, esto también involucra una especie de meta-intuición o magnetismo –como cuando entiendes, ya en retrospectiva, por qué conociste a tal persona o visitaste tal lugar. Esto es lo que me ocurrió con el álbum Chapel Floor (2014), de Aaron Martin. 

Martin es un destacado chelista y compositor que a lo largo de su más reciente producción nos sumerge, literalmente, en las reverberaciones de su instrumento, acompañado de loops sintéticos que ambientan la experiencia y te llevan al filo de una angustia melancólica –misma que, paradójicamente, al terminar de escuchar el álbum completo te ayudará a sentirte más ligero. 

Chapel Floor, producido por Sonic Meditations, inicia con "Piece 5", una gentil introducción que te permite adentrarte suavemente en lo que será una aventura tan hermosa como poco cómoda. Luego llega "Autism" que, mediante el sonido de una armónica sintetizada 'rileyeana' te advierte, cortésmente, que ya estás adentro. Los tracks 3 y 4 profundizan en lamentos dilatados del cello, elevando la tensión y exponiéndote incluso a momentos de mesmeriana pasividad. La quinta y sexta piezas, "Karl Rove" y "Piece 3", te conceden un poco de aire, pero sólo lo imprescindible, mientras que con "Pepperbox", el segundo track que incluye vocales --contrastando, ahora, con un cello ensimismado--, la tensión vuelve, sólo que ya no es lo mismo –al parecer, tu propia experiencia dentro del tablero de juego sonoro de Martin ya ha madurado. Inesperadamente "Branch Wheel" porta, con elegancia, el núcleo melancólico del álbum y luego llega "Lightning in Meadow Grass", un bálsamo 'whitmaniano' ideal para navegar en el rocío un instante antes de que aterrice en la hierba. Finalmente viene "Orchard", que bien podría haber consagrado un final catárticamente feliz para el recorrido. 

Creo que Martin bien pudo haber concluido la narrativa con ese décimo track. La aventura ya estaba aparentemente completa. Sin embargo, este músico originario de Denver decide, bajo su propio riesgo y el nuestro, llevarla unos pasos más allá con dos tracks más, "Le Bateau-Mouche" y "Trees are Smoke", una suerte de outro experiencial que, lejos de buscar un cierre épico o siquiera uno esperado, de algún modo redondea el ciclo de emocionalidad narcótica que, en conjunto, queda proyectado en el piso de la capilla.

Chapel Floor es algo así como una terapia audio-reichiana filtrada a través de las pinturas de Edward Hopper y bendecida por los patronos de la exploración sonora. Una obra que no deja espacio para dudar de la calidad de Martin, un recordatorio de que la sensibilidad es pocas veces cómoda, y una herramienta psicoemocional para quien busca refugio en el arcón musical. Un álbum memorable. 

Twitter del autor: @ParadoxeParadis