*

El llamado "ADN basura" o "materia oscura" comienza a revelas sus secretos: una compleja red de interruptores que podría estar ligada a los cambios genéticos que desatan enfermedades como la diabetes, lupus, esclerosis múltiple o la artritis reumatoide.

El llamado “ADN basura” es parte del ADN que no contiene secuencias de proteínas, esto es, partes donde no hay genes que signifiquen instrucciones específicas. Sin embargo, quizá con el tiempo esta denominación deba cambiarse, pues un descubrimiento realizado recientemente sugiere que este tipo de material genético no están inútil como se creía y, por el contrario, cumple importantes funciones en el control de células, órganos y tejidos.

Un equipo de investigadores de las universidades de Harvard, del MIT y otras, agrupados en el Broad Institute, realizaron un mapa preciso de este ADN basura, encontrando un complejo sistema de control de genes que revela “más actividad” de la que esperaban los científicos.

Destaca, por ejemplo, que en estos genes hay “interruptores” que podrían estar ligados a enfermedades que, hasta ahora, se caracterizan por la dificultad de su diagnóstico y en algunos casos de trataminento: esclerosis múltiple, lupus, artritis reumatoide, enfermedad de Crohn, enfermedad celíaca. Estudios anteriores habían demostrado que eran pequeños cambios en secuencias genéticas los que provocaban estos males y, además, que estos cambios se encontraban en la “basura” genética, que a partir de estos descubrimientos comenzó a llamarse “materia oscura”.

Asimismo, estos hallazgos podrían develar la relación entre los cambios genéticos y el cáncer, pues la investigación les mostró que la mayoría de los cientos de cambios ocurridos en células cancerígenas no se encuentran en los genes, sino en esa materia oscura.

Con todo, este es apenas el primer acercamiento, pues la complejidad del sistema es mayúscula, redundante, con interruptores cuyo funcionamiento es todavía incomprensible, a lo cual se aúna la estructura tridimensional del ADN humano, necesaria para encontrar la relación entre estos interruptores y los genes que controlan: cuando se examina tridimensionalmente, ambos aparecen próximos entre sí, lo cual no sucede cuando el ADN se analiza como si se le desenrollara.

Así, el proyecto Encode, que inició en 2003, se propone explorar y clarificar esas zonas del genoma humano que todavía permanecen ignotas y que quizá, cuando se entienda su funcionamiento, podría redundar en nuestro beneficio personal y colectivo.

[NYT]