En el bestiario fantástico el unicornio ocupa un lugar preponderante entre las bestias míticas más seductoras, más atractivas, que más excitan la imaginación de quienes conocen por primera vez de su existencia y ya jamás olvidan esa imposible conjunción de la dignidad equina, su legendaria elusividad que solo la pureza de una doncella puede conquistar y otros rasgos igualmente enigmáticos de su inexistente naturaleza.
Esta vez, sin embargo, no hablaremos propiamente de dicha creatura, al menos desde una perspectiva previsible, sino a partir de un perfil unicorniano que se atisba en la bóveda celeste. Se trata de la llamada "Constelación del Unicornio" (un apelativo mucho más sugerente que la denominación técnica de NGC 2264 como se le conoce en los catálogos especializados), ubicada a 2700 años luz de la Tierra y en la cual se mezclan nebulosas de emisión con luz de estrellas nacientes y la sombras que generan nubes de polvo interestelar. En suma, un escenario que parece más que propicio para la aparición de un unicornio.
Como sabemos, esta coincidencia entre un concepto humano que designa una realidad precisa aprehendida por nuestros sentidos y nuestra razón en algo que solo por casualidad parece compartir los mismos rasgos, se conoce como pareidolia y es algo bastante común en la observación astronómica.
Para ampliar la imagen haz clic sobre ella.
Más sobre pareidolia cósmica en Pijama Surf
[io9]