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Como una tormenta del desierto potenciada en su fuerza destructiva, astrónomos descubren oleadas de polvo estelar que nacidas de una estrella moribunda pueden arrebatarle a esta la mitad de su masa en su impetuoso paso.

Hasta ahora los hoyos negros son los fenómenos más destructivos del universo, arrastrando en su vorágine cuanto cuerpo celeste encuentre en su paso.

Pero estos pronto podrán ser acompañados en su curso devastador por poderosas “tormentas de arena” que, según nueva evidencia recolectada, son capaces de acabar con estrellas, especialmente cuando estas se encuentran en su etapa última.

En teoría se trata de partículas de polvo originadas en las estrellas mismas y las cuales, al migrar a la superficie, se esparcen y cruzan el espacio con una fuerza cien veces mayor a la del viento solar, llevándose consigo al menos la mitad de la masa de la estrella. Igualmente se especula que, en un gesto altamente simbólico, las partículas más pequeñas pueden reintegrarse por efecto del calor.

Un fenómeno más que interesante que en sus muchas aristas reúne algunos de los rasgos más elocuentes e inspiradores de la observación cósmica.

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