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México y el Mundial de Sudáfrica 2010: el nuevo nacionalismo

Por: Juan Manuel Ortega - 06/17/2010

Con un bombardeo mediático, las elites que gobiernan México buscan cambiar el paradigma psicosocial de este país a través de una retórica de positivismo mágico.

Si bien no soy un experto en fútbol como tampoco en el estudio del nacionalismo mexicano, la relación entre estos dos fenómenos siempre me ha parecido extraordinariamente interesante.

Aunque no puedo decir que las expresiones nacionalistas en México cuando alguien critica a la selección nacional sean similares a las de los republicanos estadounidenses cuando un ciudadano de aquel país se atreve a criticar la presencia de su ejército en Irak o Afganistán, las manifestaciones nacionalistas mexicanas relacionadas al fútbol se han incrementado en los últimos años a pesar de haber adquirido una forma distinta.

Hoy por hoy, el fracaso histórico de la selección nacional es evidente. México es el país que acumula más derrotas en copas del mundo. De 45 juegos en copas mundiales la selección ha perdido 22, empatado 12 y ganado 11, esto sin contar el innumerable número de derrotas en partidos internacionales. En sólo dos ocasiones hemos pasado a cuartos de final. De acuerdo con un estudio de Goldman Sachs la posibilidad de que la selección mexicana gane en Sudáfrica son del 2.4%.

Las expectativas sobre el desempeño de nuestros jugadores en cada partido son tan altas que cada derrota cae como un balde de agua fría o un llamado a la realidad. La presión sobre los jugadores en éste contexto debe de ser lapidaria, nadie en sus cinco sentidos desearía vivir esto. Un sentimiento de derrota sobre el desempeño de nuestra selección nos invade en cada juego, “jugamos como nunca y perdimos como siempre” es una frase común entre una población que se dice, y se cree, futbolera pero que no asiste a los estadios. ¿Por qué entonces la explosión patriótica-panbolera que vive el país?

Tratando de contrarrestar el vació existencial que dejan las constantes derrotas, el discurso nacionalista de apoyo a la selección de fútbol desarrollado por gobierno y empresarios se ha modificado. Con un bombardeo mediático las elites que gobiernan este país nos exigen cambiar nuestro permanente sentimiento de derrota y pensar en el México “ganador”, como lo ha planteado el presidente Felipe Calderón, o en el “México del sí se puede al México del ya se pudo” de los recientes promocionales de “Iniciativa México”. En estos mensajes hay implícita una crítica hacia aquellos que “no le echan ganas” que “son derrotista” o que “no se ven como ganadores”. Así, en una suerte de pensamiento mágico México podría ser campeón del mundo en la copa de fútbol de Sudáfrica 2010 o convertirse en el país más justo de América Latina por el sólo hecho de creer en ello.

Considerar que no ganamos en el fútbol, o en la vida, como resultado de un pensamiento derrotista me lleva a reflexionar sobre las explicaciones culturalistas acerca del desarrollo económico en América Latina en comparación con lo ocurrido en Estados Unidos y Canadá. Para muchos analistas de los años sesenta la razón del subdesarrollo en los países latinoamericanos se encontraban en la falta de una ética protestante, de valores que nos hicieran emprendedores, trabajadores y luchones. El catolicismo nos había hecho faltos de una racionalidad calculadora, dirigida a objetivos, emprendedora y trabajadora. Sin embargo muchos ejemplos refutan estas visiones sobre el desarrollo. Hay miles de trabajadores mexicanos en los Estados Unidos que arriesgaron su vida por encontrar mejores condiciones de vida y trabajo. Casi una tercera parte del ejército mejor preparado del mundo, el de los Estados Unidos, esta compuesto por soldados de origen mexicano. México es uno de los países que obtiene más medallas en las olimpiadas para discapacitados. Qué mejores ejemplos para demostrar la tenacidad, el coraje y el trabajo de los mexicanos a pesar del contexto.

Lo que llama la atención en realidad es el deporte organizado. El fracaso del país en juegos olímpicos como en copas del mundo es total. No hay relación entre el nivel de desarrollo económico y el desempeño de los deportistas mexicanos. El fracaso no esta en el pensamiento sino en las instituciones ligadas al deporte controladas por políticos con un interés meramente electorero de corto plazo o empresarios, en el caso del fútbol, con una visión mercantilista también de corto plazo. La Federación Mexicana de Fútbol no tiene el mayor interés por construir una organización real que desarrolle ligas de niños y jóvenes que son el semillero de los futuros jugadores. Salvo la UNAM o el Club Deportivo Guadalajara, son nulos los intentos de los grandes clubs de fútbol por invertir en el desarrollo de fuerzas básica. El increíble desarrollo del fútbol en Estados Unidos en los últimos años tiene que ver con el hecho de que hay casi 4 millones de jóvenes jugando en las ligas menores de ese país. Argentina tiene cientos de jugadores en los principales equipos de Europa y América Latina.

La falta de inversión en el deporte es notoria pero cada que llega el mundial el mercantilismo irrumpe con toda su fuerza, es tiempo de hacer negocio. Empresas cerveceras, de alimentos chatarra, de bebidas gaseosas, televisoras, radiodifusoras, marcas de ropa deportiva, aprovechan el momento para construir el nuevo argumento nacionalista del “México ganador” y saturarnos con productos. Han encontrado el mejor negocio, cero inversión pura ganancia. Las empresas relacionadas con el fútbol nos venden el nuevo discurso nacionalista del “sí se puede”, por lo menos hasta cuartos de final después no importa, en un contexto en el que nadie cree ya en las instituciones ni en quienes las comandan. La selección mexicana como proyecto nacional es un fracaso, una selección debe de ser el resultado de un proyecto nacional y no a la inversa. El problema es que los mexicanos no vemos aún el momento en el cual se defina un proyecto nacional claro y firme que reestructure las instituciones nacionales, que fortalezcan al Estado y lo libere de la cooptación por los grandes intereses. Para que México logre estar en posibilidad de ganar un mundial necesitamos un proyecto de nación y con ello instituciones democráticas solidas que rindan cuentas ante los ciudadanos. En lo personal me gustaría que México ganara un mundial pero me conformo en que los niños muertos en la guardería ABC de Sonora encuentren justicia, entonces comenzaré a creer y me pondré “la verde”.