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A 40 años del sismo de 1985, México recuerda cómo nació la fuerza de la sociedad civil y surgieron organismos como Los Topos, Sinaproc y Cenapred.

La mañana del 19 de septiembre de 1985 comenzó como cualquier otra en la Ciudad de México, hasta que, a las 7:19 horas, un estruendo subterráneo indicó que México no volvería a ser como antes. 

Un sismo de magnitud 8.1 sacudió la capital, dejando a su paso edificios caídos, calles agrietadas y a miles de personas atrapadas bajo los escombros. Entre polvo, gritos y sirenas, quedó al descubierto la vulnerabilidad de una ciudad que no estaba preparada para enfrentar una tragedia de tal magnitud.

El desconcierto inicial se agravó con la parálisis de las autoridades. Las primeras horas fueron de silencio oficial, de ausencia de coordinación y de incertidumbre. Sin embargo, mientras el Estado se paralizó, la gente en las calles se organizó de manera espontánea. Vecinos y la ciudadanía en general comenzaron a remover las ruinas. 

Las organizaciones que surgieron en los escombros 

Poco a poco, el paternalismo del gobierno se fue diluyendo ante la acción colectiva, y es que a partir de ella, la sociedad civil dejó en claro que estaba dispuesta a salvarse a sí misma.

Surgieron los grupos de rescate como Los Topos, quienes con el tiempo se convertirían en un referente mundial. 

En 2023, 15 miembros de la Brigada de Rescate Topos Tlaltelolco A.C. viajaron a  Hatay, Turquía, debido al sismo que dejó 36 mil muertos, 195,962 heridos y 27 mil edificios destruidos. 

Este siniestro también trajo consigo la creación del Sistema Nacional de Protección Civil (Sinaproc) en 1986 y del Centro Nacional de Prevención de Desastres (Cenapred), los cuales marcaron el inicio de una cultura de prevención y respuesta ante emergencias. 

Años después, en 2017, otro sismo golpeó a la capital y volvió a mostrar tanto la vulnerabilidad de sus construcciones como la solidaridad de su gente. 

Lecciones que nos dejaron los sismos 

Los aprendizajes de ambas fechas se mantienen en la memoria colectiva como un recordatorio de que siempre es mejor prevenir que lamentar. 

  • La importancia de los simulacros
  • Contar con una mochila de vida.
  • Exigir construcciones seguras
  • La obligación de cuestionar la corrupción que convierte a los edificios en trampas mortales.

A cuatro décadas de aquel septiembre negro, México reconoce que la verdadera fortaleza del país no está únicamente en sus instituciones, sino en la capacidad de su gente para organizarse y reinventarse frente al desastre. 


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Imagen de portada: Sergio DoRantes