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Más allá de la ausencia, su caso revela una forma distinta de habitar, consumir… y resistir

Milpa Alta: la única alcaldía sin OXXO en la Ciudad de México

Las grandes ciudades siempre parecen girar al ritmo de la inmediatez, donde el café de máquina y las recargas telefónicas se consiguen a cualquier hora y en cualquier esquina. La Ciudad de México no es la excepción, salvo por un caso singular: entre sus 16 alcaldías, existe una que desafía la lógica de la expansión comercial, al menos en un aspecto.

Se trata de Milpa Alta, al sur de la capital, una demarcación con una particularidad notable: no existe ni una sola sucursal de OXXO. Esa tienda de conveniencia omnipresente en el resto de la ciudad y aun del país simplemente no ha logrado entrar en esta zona. Milpa Alta es la segunda alcaldía más extensa y la menos poblada de la ciudad, con aproximadamente 152 mil habitantes, según el Censo de Población del INEGI.

De acuerdo con el Directorio Estadístico Nacional de Unidades Económicas (DENUE) 2024, en la Ciudad de México existen más de dos mil tiendas OXXO distribuidas en 15 alcaldías. Las más concentradas están en Iztapalapa, Gustavo A. Madero y Benito Juárez. Incluso en zonas periféricas como Xochimilco o Magdalena Contreras abundan las sucursales. Pero en Milpa Alta, ninguna. Y esto no es casualidad.

¿Por qué no hay OXXO en Milpa Alta?

La primera explicación podría parecer demográfica. Al ser una alcaldía poco poblada, podría no resultar atractiva comercialmente. Pero esa es solo una parte de la historia. En realidad, la ausencia de OXXO obedece a una serie de factores culturales, sociales, geográficos y políticos que han favorecido la permanencia del comercio local.

Milpa Alta está compuesta por 12 pueblos originarios y 40 colonias. Su identidad está arraigada a la tierra, con una fuerte actividad agrícola y una organización social comunitaria. Aquí, el consumo no gira en torno a grandes cadenas, sino a mercados, tianguis y tiendas atendidas por vecinos, muchas veces en espacios heredados de generación en generación.

Además, existen regulaciones locales de uso de suelo que dificultan la entrada de corporativos. La geografía montañosa también limita la infraestructura comercial convencional. Pero sobre todo, Milpa Alta ha elegido defender su identidad: privilegiar lo propio antes que lo impuesto.

Esta acción silenciosa pero poderosa demuestra que es posible otra forma de urbanismo y consumo. No se trata de rechazar el cambio, sino de decidir qué tipo de transformaciones convienen según el contexto. Milpa Alta es un ejemplo vivo de que la resistencia puede estar en los detalles: una tienda que no está, una comunidad que decide.


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