La superluna de marzo: un reflejo de lo femenino y la renovación cíclica
Magia y Metafísica
Por: Carolina De La Torre - 03/21/2025
Por: Carolina De La Torre - 03/21/2025
Este 29 de marzo, cuando la superluna ilumine la noche, su resplandor será más que un fenómeno astronómico. Será una invitación a adentrarnos en la eterna conexión entre la luna y lo femenino, un lazo ancestral que se ha tejido desde tiempos remotos, reflejando en su luz los ciclos que nos definen, las mareas internas que nos habitan, y todo aquello que permanece en las sombras, esperando ser descubierto.
Desde la antigüedad, la luna ha sido mucho más que un simple satélite: ha sido símbolo de lo místico, lo esotérico, y especialmente de la mujer. En el Tarot de Marsella, la carta de La Luna nos muestra un paisaje simbólico cargado de significado, representando el misterio del inconsciente y la intuición femenina. Esa luz que refleja la luna, siempre cambiante, como la mujer misma, nos habla de una sabiduría profunda, de una conexión ancestral con lo oculto, lo que no se ve, pero se siente en el alma.
Jodorowsky, al interpretar esta carta en su libro La vía del Tarot, nos recuerda que la luna es receptiva, y en esa receptividad radica el poder femenino. La mujer tiene la capacidad de reflejar, de recibir y transformar la energía cósmica, una fuerza que las brujas, como figuras históricas de poder femenino, sabían dominar. Ellas, al igual que la luna, desafiaban las normas establecidas, navegaban en las aguas del conocimiento esotérico y se conectaban con el ciclo lunar, comprendiendo que su poder provenía de la sabiduría de la intuición, un saber que transformaba todo lo que tocaba.
Carl Jung, al hablar de la luna, la vinculó con lo arquetípico femenino, con la conexión más profunda a la intuición y lo irracional. Es la representación de lo desconocido, lo que no se puede racionalizar, pero que se siente con fuerza en el alma. La luna, en su luz reflejada, se convierte en un espejo distorsionado que nos muestra lo que necesitamos ver, aunque a veces nos cueste enfrentarlo.
La menstruación, como la luna, es un ciclo que renueva a la mujer mes tras mes, un viaje que comienza en la quietud de la oscuridad, donde la mujer se repliega hacia su interior, para luego florecer con la llegada de la luz. Este ciclo íntimo y vital no solo es un recordatorio de la conexión con la luna, sino también de la capacidad de la mujer para crear, nutrir y dar vida.
La luna es la guardiana de la memoria cósmica, el símbolo de todo lo que es profundo y misterioso. Nos invita a recordar que, como ella, estamos hechos de ciclos, de ritmos que nos conectan con la tierra, con el agua, con el cielo. En su luz, encontramos el eco de nuestro propio poder, ese poder que se oculta en las sombras, en el silencio, en la calma. Así, al mirar la luna, nos vemos reflejadas en ella, como un espejo que nos devuelve nuestra propia esencia.