'Acampar con Kierkegaard: la fidelidad como forma de vida', un libro de Aaron Simmons
Libros
Por: Alejandro Massa Varela - 01/11/2025
Por: Alejandro Massa Varela - 01/11/2025
La filosofía de Søren Kierkegaard sigue afectando a un mundo cuya autoconfianza, agredida por la crueldad sorda y la intrascendencia ciega de la Historia, necesita convertirse una vez más en fe, hacia un más allá del malestar, la frustración y la muerte.
Para los países desarrollados y los países que admiran su desarrollo, esa distracción, esa inmediatez y esa progreso como esencia de la materialidad, atreverse a decir que esto no es más que pecado, pecar siempre, consciente e inconscientemente, se antoja anticuado, una mala psicología, una psicología molesta, perturbadora, deslavazada. Sin embargo, el luteranismo filosófico de Kierkegaard, su mística de la angustia es también una sobre un ascenso aterrador y liberador, la libertad total, incluso de los parámetros finitos de la psique.
Implica una enorme confianza, una confianza infinita, porque en este luteranismo radical, nada es antes de Dios, nada empieza antes, ni siquiera la fe: solo su dirección.
Esta teología existencialista, ir hasta donde no llega la esencia, sobre el potencial del infinito, puede ser, de acuerdo con el filósofo no cristiano Aaron Simmons: una filosofía existenciaria, una forma de pensar, imposible para la academia, para aprender a vivir.
Expresidente de la Sociedad Søren Kierkegaard de Estados Unidos, especialista en filosofía política y de las religiones, Simmons se describe como autor, conferenciante, pescador de truchas y ciclista de montaña. Su visión activa del pensamiento, por ejemplo, a través de su canal de Youtube Filosofía para el lugar en el que nos encontramos, implica ir a su omnipresencia, descubrirlo en todo para ir al potencial oculto de las cosas, los hechos y la convivencia.
Para aprovechar esta filosofía existenciaria o su aplicación no teológica de la teología del genio de Copenhague, en Pijama Surf recomendamos el nuevo libro de Simmons Camping with Kierkegaard: Faithfulness as a Way of Life o Acampar con Kierkegaard: la fidelidad como forma de vida. Una visión de la fe basada no en un Juez divino, sino en la vulnerabilidad y relacionalidad no de la naturaleza, sino de la condición, la constitución o la evolución humana:
Descubrimos la nada o la ausencia del fundamento del mundo. Lo universal de este hecho paradójicamente sustenta nuestro sentido unidad, porque ni la verdad ni el yo son absolutos, sino una vitalidad constitutiva interna es vulnerable. Somos seres limitados. Todos, sin importar el éxito que tengamos, vamos a morir.
Esto era para Kierkegaard ser finitos y, por eso mismo, no ser, no pertenecer a, no estar del todo en un mundo igual de finito. Un mundo donde, no obstante, experimentamos pérdidas y tragedias cotidianas. Que seamos también finitos implica que somos fe. Comenzamos en un tipo de fidelidad que permite dar sentido a la vida, o al tomar, como dice Simmons:
Riesgos con dirección.
Si nuestra corporeidad es frágil, imperfecta y limitada, por eso mismo no somos solo un cuerpo, una mente, un uno sin segundo solitario, una finitud aislada o nada más, sino una nada existencial, una nada creativa, una fidelidad hacia un futuro no definido. Esta es la no objetividad de Dios en términos teístas, o las relaciones abiertas de la realidad “panteísta” o, mejor, “panenteísta”, es decir, la realidad del presente finito y de lo inacabado que trasvasa bendición.
En términos humanos, nuestra soledad se invierte como afecto y solidaridad moral. Esto implica ser un cuerpo inextenso que inadvertidamente se hiere, pero que puede cuidar de sí mismo o participar de un mejor proceso de la experiencia. Esto, de nuevo en términos humanos, implica pequeñas formas cotidianas de elección, una libertad no solo facultativa, sino que no se ve determinada por el todo, por el pensamiento y por la acción, fiel a su descubrimiento.
La finitud es, entonces, una condición ni definitiva ni falsa, una condición que se da sentido. La desesperanza que implica tener un punto y final recuerda a la vez un consejo como el de Muhammad, morir antes de morir, y un consejo como el de Séneca, vivir al máximo. Acabar lo finito y acabar en lo infinito, aprender de esta vida dignificando su finitud.
Por eso mismo, Simmons nos propone pensar ¿qué hacer con el tiempo, la atención, el esfuerzo, las acciones y la fe como devoción o confianza? ¿Cómo podemos hacer algo con nuestra vida? ¿Cómo ver no frustración, sino potencialidad infinita en la finitud?
La finitud no es algo de lo que escapar, sino algo que abrazar. La vida no es algo que se pueda posponer hasta mañana, sino algo que se debe vivir a cada momento.
Para Simmons, esta es otra manera de inversión de la potencialidad, cambiando la discordancia del control y los resultados por una fidelidad resiliente y siempre humilde:
Una vez que comenzamos a preguntarnos ¿qué es digno de mi finitud?, vemos la importancia de cambiar nuestro orientación al éxito a una orientación a la fidelidad.
Y no es que sea negativo conseguir y aceptar resultados deseados, pero puede ser peligroso el exceso de estas perspectivas anticipatorias o retroactivas. “Si tan solo pudiera” o “si tan solo hubiera”. Este sentido de justificación o de logro externo puede tener objetivos, pero estos nunca nos reconciliarán del todo con el presente, no resolverán la desesperación y no sirven como sentido de dirección radical. Simmons cita al cantante Donovan Woods:
Aunque sigamos diciendo que “el año que viene” haremos las cosas que esperamos hacer y seremos la persona que esperamos ser, nunca nos detenemos y nos damos cuenta de que “no hay un año que viene”” Solo existe el hoy.
Es valioso esperar sin anticipar y un regreso a uno mismo sin hacer solo una cuenta de los daños o de los objetivos alcanzados. Hace falta ese riesgo con dirección de nuestra existencia vulnerable. Vivir con un propósito en una dirección elegida debería ser no sufrir la finitud individual, sino ser digno de ella y de una finitud compartida. Simmons pide no convertirnos en lo que el también filósofo Aaron James llama un “imbécil”, un egoísta cuya identidad es un plan conseguido o visualizado. Una personalidad no solo molesta, sino que ignora su humanidad:
Vivir fielmente es la mejor manera de evitar convertirse en un imbécil, porque el objetivo de la vida no es “ser” algo de una vez por todas, sino siempre “convertirnos” en alguien con quien no nos importe haber sido. El problema y la emocionante promesa es que ya somos quienes nos estamos convirtiendo… por eso Sócrates presentaba la humildad o la conciencia de las propias limitaciones como la clave para buscar la verdad. Si suponemos que ya lo tenemos todo resuelto, no tenemos motivos para seguir pensando bien.
Si el sentido de la vida no es absoluto, puede ser una mejor constitución, un cuidado que sea, tanto autocuidado o fidelidad, así como actitudes prácticas, hacia afuera, una gracia que nos infunden y que infundimos a través de virtudes con las que pueden hacernos y con las que podemos hacer un bien. Y para Simmons, hay, por lo menos, tres virtudes cardinales:
La humildad, la hospitalidad y la gratitud.
La primera permite las otras dos y se relaciona con una espera desinteresada, con darnos tiempo para cobrar sentido y ser empáticos. Citando a otro filósofo, Kendrick Lamar:
Siéntate, sé humilde.
El desarrollo de la humildad lleva a una espera móvil o a una humildad activa. La hospitalidad implica reconocer que es posible que otros sepan algo que nosotros no sabemos. Es una manera de estar abiertos a estímulos y críticas. Cuando vivimos vidas fieles, con humildad y hospitalidad radiantes, podemos valorar, entonces, la gratitud como algo más que un tipo de emoción corriente. Como una ventana por la cual podemos ver, atender y salir al mundo:
Lo que elijas que importe hoy definirá lo que importará mañana. Aristóteles expresa este punto al decir que nuestros hábitos definen nuestra identidad. De manera similar, Agustín llega a la misma idea cuando señala que lo que amamos determina nuestra individualidad. En Camping with Kierkegaard, hablo sobre la canción principal del programa Cheers y enfatizo la importancia de encontrar un lugar donde "todos sepan tu nombre". Bueno, cuando apreciamos la importancia de vivir fielmente, nos "nombramos" activamente de maneras en las que queremos que nos conozcan. Con suerte, te conocerán como alguien a quien los demás quieren acompañar a las montañas o a la oficina, como amigo.
En Pijama Surf las y los animamos a buscar este nuevo libro de Aaron Simmons, al día de hoy, solo en inglés, publicado por la editorial Wisdom/Work. Pero sobre todo, ha buscar su propia fidelidad con riesgo, esa dirección creativa que Kierkegaard llamaba Dios.