Algunas críticas relevantes del nuevo libro de Jordan Peterson: 'We Who Wrestle With God'
Libros
Por: Luis Alberto Hara - 11/25/2024
Por: Luis Alberto Hara - 11/25/2024
El libro We Who Wrestle With God: Perceptions of the Divine de Jordan Peterson ya se encuentra a la venta. Se trata de un comentario a pasajes bíblicos en los que Peterson hace las grandes preguntas y elabora su propia visión religiosa -con base a una idea de que la religión es necesaria paran proveer sentido ante la crisis del desencantamiento moderno-. Como era de esperarse, el libro ha generado reacciones polarizadas. Quizá dos de las mente más brillantes que ofrecen una crítica lúcida al libro de Peterson son el filósofo John Gray y el teólogo Rowan Williams, dos de los intelectuales británicos más importantes en la actualidad. Gray y Williams ofrecen perspectivas incisivas que coinciden en resaltar la ambición y profundidad del texto, pero también sus fallas al abordar conceptos teológicos y filosóficos. Aunque reconocen algunos méritos, ambos consideran que el libro es un intento fallido de responder a la crisis moderna de significado.
John Gray: ¿Una ficción terapéutica?
Gray percibe el libro de Peterson como una búsqueda angustiosa de sentido en medio del colapso nihilista de los valores occidentales. Inspirado en el diagnóstico de Nietzsche sobre el nihilismo, Gray valora el coraje de Peterson al enfrentarse a este vacío existencial, pero critica las soluciones que propone en el texto. Según Gray, Peterson aborda las escrituras no como revelación divina, sino como un conjunto de herramientas psicológicas y culturales para restaurar el orden en identidades modernas fragmentadas.
Gray resume así el argumento de Peterson:
La Biblia es la biblioteca de historias sobre la que se han fundamentado las sociedades más productivas, libres, estables y pacíficas que el mundo haya conocido: la base de Occidente, simple y llanamente.
Sin embargo, Gray critica esta perspectiva, argumentando que reducir el cristianismo a un andamiaje cultural socava su pretensión de verdad universal. Señala: “Pensar en la religión cristiana como un baluarte para apuntalar una civilización particular la convierte en algo menos que una verdad universal y la expone al relativismo cultural que Peterson condena en los pensadores woke.”
Gray identifica un problema más profundo: la lucha de Peterson parece ser más una cuestión personal que un verdadero encuentro con lo divino. Según él, “el Dios fabricado por Peterson es un síntoma de la enfermedad occidental moderna, más que una cura para ella.” En su análisis, este Dios funciona más como un constructo psicológico para aliviar la desesperación personal y cultural que como una realidad trascendente.
No obstante, Gray reconoce la sinceridad de Peterson y su persistencia en enfrentar preguntas fundamentales. Escribe: “Contra todo pronóstico, persiste en plantear las preguntas más profundas. Por esto merece respeto y admiración.”
Rowan Williams: Un proyecto teológico defectuoso
Rowan Williams analiza el libro desde una perspectiva teológica, criticando su estructura desordenada, naturaleza repetitiva y superficial tratamiento de conceptos religiosos clave. Señala que el libro intenta extraer lecciones morales de historias bíblicas, pero a menudo las fuerza para encajar en el marco moral personal de Peterson.
Williams identifica como defecto central la ambigüedad de Peterson sobre la naturaleza de Dios:
La fe es ‘la identificación con un cierto espíritu de conceptualización, aprehensión y avance hacia adelante’, escribe sobre Noé. Algunos pasajes sugieren que Dios es idéntico a las más altas aspiraciones humanas, lo cual no es exactamente lo que significa el lenguaje tradicional sobre la ‘imagen de Dios’ en la humanidad.
Esta ambigüedad, argumenta Williams, reduce a Dios a una proyección de valores humanos en lugar de reconocerlo como un ser independiente y trascendente. La dependencia de Peterson en la psicología de Jung y su resonancia con pensadores como Paul Tillich, que redefinen a Dios como la “preocupación última”, agravan este problema.
Williams también critica el marco moral binario de Peterson, particularmente en sus opiniones sobre el género. Escribe: “Predeciblemente... considera que cualquier cuestionamiento del binario simple de la identidad de género equivale a negar la diferencia entre el bien y el mal.” Según Williams, Peterson malinterpreta los debates más matizados sobre género y no se compromete de manera significativa con su complejidad.
A pesar de estas críticas, Williams reconoce que Peterson identifica problemas reales en la cultura contemporánea, como el hedonismo, el relativismo y la pérdida del sentido de sacrificio por un bien mayor. Sin embargo, considera que las soluciones que Peterson ofrece carecen de un fundamento teológico o filosófico sólido.
Tanto Gray como Williams reconocen la capacidad de Peterson para plantear preguntas urgentes sobre la crisis de la modernidad y la búsqueda de significado en un mundo fracturado. Sin embargo, concluyen que We Who Wrestle With God no logra ofrecer una respuesta sólida al nihilismo. Para Gray, el Dios autoconstruido por Peterson es un síntoma del vacío occidental contemporáneo, mientras que Williams critica las carencias teológicas y filosóficas del libro.
En última instancia, aunque el libro de Peterson es un testimonio de su ambición intelectual y lucha personal, deja sin resolver las mismas preguntas que busca abordar. Ambos críticos coinciden en que la obra merece ser leída, pero como bien señala Gray, es “un síntoma de la enfermedad occidental moderna, más que una cura para ella.”