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Mujeres españolas manifiestan no ser "víctimas" del patriarcado y niegan que "feministas" hablen por ellas

Sociedad

Por: Jimena O. - 03/09/2018

Una voz lúcida y razonable en medio de una "guerra de sexos"; más allá de la mentalidad de víctima y el pensamiento monolítico de la política de identidad

En medio de la guerra de sexos que se empieza a desplegar en algunas partes del mundo, un grupo de mujeres españolas -intelectuales, empresarias, políticas, artistas y demás- ha emitido un lúcido manifiesto en el que enfatiza que las mujeres, al menos en España, no existen ya en la condición de víctimas, sino que tienen libertad para ejercer su vida y profesión. Bajo la rúbrica de 8-M: No nacemos víctimas:

En el Día de la Mujer nos proclamamos en deuda con aquellas mujeres que lucharon por conseguir la igualdad de derechos y deberes entre los sexos. También expresamos nuestra inquietud ante una corriente de opinión supuestamente feminista que pretende hablar en nombre de todas las mujeres, imponerles su forma de pensar y retratarlas como víctimas de nacimiento de lo que llaman el heteropatriarcado. Nosotras no nos reconocemos víctimas de nuestros hermanos, parejas, padres, hijos, amigos y compañeros, nuestros iguales masculinos. Nos rebelamos contra esa política de identidad que nos aprisiona en un bloque monolítico de pensamiento que niega la individualidad.

La situación de las mujeres en España, según todas las estadísticas de organismos internacionales, es de las mejores del mundo, sin que ello signifique que no pueda mejorar. En la actualidad, hay más mujeres en la universidad que hombres, el fracaso escolar es mayoritariamente masculino, al igual que el suicidio, y la presencia femenina se hace cada vez más evidente en profesiones como la medicina, la judicatura, la Administración del Estado o los niveles más altos de la política. Además, nuestra expectativa de vida supera en varios años a la de los hombres.

[...]

Hace cuatro décadas que las mujeres en España dejaron de depender de los hombres para conquistar la igualdad. A muchas nos sobra el paternalismo y lamentamos que una ideología contraria a la libertad pretenda arrogarse la representación de la mitad de la humanidad y que se alimente de dinero público, de nuestro dinero, para fomentar una guerra de sexos que nos degrada y nos aleja de un futuro compartido.

Evidentemente, la sociedad tiene muchas cosas que mejorar y existen países donde la situación de las mujeres es realmente injusta, pero la realidad es que en muchos países, principalmente europeos, las cosas en este sentido han llegado a un punto bastante equitativo. Por otro lado, hay quienes ya empiezan a estar cansados del enfrentamiento y el monopolio del discurso que tienen estos temas de género o lo que se ha llamado una política de las identidades o una guerra cultural. Otras voces han empezado a advertir que podemos regresar a una especie de moral victoriana y que el movimiento #MeToo acabe criminalizando la pasión sexual. Obviamente es necesario llegar como sociedad a una definición satisfactoria de lo que es realmente el consentimiento, entendiendo que es también un derecho "ofender" a otra persona cuando no se busca dañarla y sólo se ejerce la libertad de expresión; en otras palabras, debemos entender cuándo una proposición sexual se convierte en acoso o abuso y no estar de acuerdo con ello. Algunos hombres han perdido su trabajo en tiempos recientes por cosas como intentar darle un beso a una mujer -no en el trabajo sino en un bar-. Por supuesto, es importante castigar a todos aquellos que cometen abuso sexual y demás, así como crear ambientes de confianza donde las personas se sientan seguras para denunciar -y en general, para vivir-, pero no hay que establecer un enfrentamiento y una polarización basados en generalizaciones que son incorrectas desde una perspectiva tanto moral como científica. 

Por otra parte, el grupo de mujeres españolas reconoce que la desigualdad en ciertos puestos en profesiones científicas y tecnológicas no se debe principalmente a la opresión del patriarcado sino a diferentes intereses, o en todo caso, a problemas de educación que no hacen estas carreras atractivas para las mujeres (sobre esto puede leerse este artículo, donde se muestra que las mujeres tienden a interesarse por las personas y los hombres por las cosas y esto determina los trabajos que buscan):

Celebramos la eliminación de las barreras para que las mujeres puedan colmar sus más altas ambiciones profesionales. Ahora bien, si las cimas más visibles de la la política y la empresa no están ocupadas de manera paritaria por mujeres no tiene por qué ser debido a la discriminación ni a la opresión patriarcal. La brecha de género en profesiones de ciencia y tecnología sigue siendo un desafío que requiere nuevos enfoques pedagógicos y respeto a las opciones de cada una de las mujeres. Aquí, como en todo, la mujer es libre para escoger, sin tener que ser un clon del hombre.

En suma, celebramos este manifiesto, que no busca crear una enemistad entre los sexos sino construir de manera inteligente y positiva y avanzar hacia el futuro de manera conjunta y consensual. Firman:

Teresa Giménez Barbat, eurodiputada (Grupo ALDE); Elvira Roca Barea, historiadora; María Blanco, economista; María Benjumea, empresaria; Sara Gómez, ingeniera responsable de Mujer e Ingeniería en la Real Academia de Ingeniería; Marta Iglesias, neurocientífica; Berta Vias Mahou, escritora; Andrea Martos, científica bioquímica; Mercedes Casanovas, agente literaria; Pilar Rangel, profesora de Derecho Internacional y experta en yihadismo; Míriam Tey, editora; Ana Nuño, escritora; Gurutze Galparsoro, abogada y escritora; Ximena Maier, ilustradora; Anna Soler, arquitecta; Blanca Soto, galerista; Mercedes Monmany, editora y crítica literaria; Laura Fàbregas, periodista; Anna Grau, periodista; Cristina Losada, periodista; Almudena Solana, escritora; Cayetana Álvarez de Toledo, periodista; Andrea Mármol, periodista; María San Gil, expresidenta del PP vasco; Olivia Bandrés, jefa de gabinete; Juana Vázquez, escritora; Yaiza Santos, periodista y Paula Fernández de Bobadilla, editora.

 

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