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¿Cuáles son las diferencias entre la espiritualidad genuina y la psicoterapia, y cuándo buscar una o la otra?

En la modernidad -en esta era que Auden y McLuhan llamaron "la era de la ansiedad"- el hombre busca a la vez sentido y alivio para su condición desencantada. Habiendo perdido el centro de la religión como gran integrador comunal, en un mundo cada vez más secular y frenético, las personas se apoyan en todo tipo de terapia que sienten que tiene una base científica. Esto es lo que ha hecho que el budismo sea progresivamente transformado, en Occidente, en una forma de psicoterapia (generalmente bajo el término "mindfulness"). Esto es, entre otras cosas, un budismo secularizado y no demasiado antinómico con la ideología socialmente aceptada. Sin embargo, con ello, según han denunciado maestros budistas, se corre el riesgo de crear una versión sanitaria y también inerte de enseñanzas milenarias que en su esencia dicen cosas radicales que no pueden realmente conciliarse con la ciencia materialista moderna.

De esto y otras cosas hablan en esta muy interesante entrevista David R. Loy, maestro de budismo zen y profesor de filosofía y Beatriz Calvo, del proyecto de difusión de la sabiduría tradicional Ecocentro. 

La gran pregunta que enfrenta el budismo en Occidente es: ¿hasta qué punto se puede adaptar el budismo para hacerlo efectivo ante la mentalidad occidental -ciertamente muy distinta a su contexto de origen- y qué tanto de sus raíces se deben mantener para no tirar al Buda (o a la budeidad) con el agua de la bañera? Loy explica que lo único esencial en el budismo es el despertar. El acto de llegar al conocimiento de la realidad (en el budismo, la ausencia de un yo inherente separado de los demás, la impermanencia de todas las cosas compuestas, etc.). Todo lo demás es incidental, dice Loy. Hasta el punto de que las enseñanzas del budismo no son una escritura sagrada, sino más bien un mapa. 

Ante la pregunta "¿cuál es la diferencia entre la psicología y la espiritualidad... Cuándo hay que ir con un maestro zen y cuándo con un terapeuta?", Loy contesta que cuando empezó  a practicar zen a principios de los años 70 se creía que no era necesario mirar hacia la psicología occidental, que con sólo sentarse a meditar la suficiente cantidad de tiempo y con el empeño necesario llegaría la iluminación y los problemas psicológicos se resolverían solos. Pero ahora sabemos que existe el spiritual bypassing, con lo que la actitud hacia la meditación puede reforzar los problemas psicológicos... No obstante, dice Loy, pueden trabajar en conjunto. La psicología  trata de reparar el ego, pero el sendero budista busca ir más hondo que el ego, realizar el vacío del ego.

La entrevista sigue con temas fascinantes, aunque la respuesta a la pregunta queda un poco abierta. Quizás sea útil extrapolar y mencionar que la espiritualidad genuina debe de ser, entonces, aquella que está dispuesta a ir más allá del ego o al menos de la búsqueda de inflar el ego y encontrar nuevas distracciones para, así, evitar aquellas cosas que yacen en la sombra de nuestra personalidad. Aquí yace ciertamente el enigma y algo que sólo puede responder cada individuo. ¿Buscamos la espiritualidad para evitar sentirnos mal y lidiar realmente con las causas que nos hacen sentir mal? ¿O para obtener un cierto poder? O, y esta es la motivación más genuina, ¿por una sensación de fe y/o deseo de conocer la verdad?  

El riesgo es que la "espiritualidad" suele ser la venda más efectiva para no enfrentar las heridas profundas de nuestra psique, para posponer limpiar nuestra propia casa, por así decirlo, y no hacer el trabajo sucio, especialmente la espiritualidad new age que postula un glamouroso camino a la iluminación lleno de placer, algo así como un taller tántrico erótico para iluminarse en un fin de semana. Esto fue denunciado magistralmente por Chögyam Trungpa Rinpoche en su libro Materialismo espiritual (nombre que designa este mismo spiritual bypassing) y el mismo Carl Jung, quien veía en la atracción que ejercían las prácticas espirituales orientales -en la mayoría de las personas occidentales- un mero paliativo y evasión del verdadero trabajo psicológico, que Jung entendió como continuidad de la tradición alquímica occidental, y el cual cada individuo debía llevar a cabo al abrir la puerta al inconsciente. El mismo budismo hace esta crítica a la meditación, al puro mindfulness, al cual considera solamente un supresor de los síntomas del samsara pero no un liberador de las causas del sufrimiento (es la aspirina que desarrollaron los científicos de la mente en la India), a menos de que esté acompañado de la sabiduría, la compasión y la renuncia. Así que podemos decir que la espiritualidad genuina necesita de una profunda disposición a renunciar al mundo -no a las cosas, sino a los apegos- y a los conceptos del ego. Pero a veces esa fuerza de renuncia y ese deseo de ir más allá de la comodidad y las estructuras convencionales solamente pueden afianzarse en una psique que ha sido trabajada, que ha sido analizada, que ha enfrentado su propia miasma. Sin esto la espiritualidad suele ser "wishful thinking", como pensaba Freud de la religión.