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Personal de limpieza en Turquía recoge libros tirados a la basura y forma biblioteca con más de 4 mil volúmenes

Libros

Por: Luis Alberto Hara - 01/22/2018

Estos trabajadores turcos quisieron formar una biblioteca para su propio uso, pero ahora su entusiasmo por los libros se ha desbordado

Si bien los libros se encuentran entre los bienes culturales más valorados por el ser humano y entre los más importantes para nuestra historia e incluso nuestra evolución, a veces también terminan en la basura. Como en cualquier otro objeto, el destino de un libro también es incierto. A veces pasa de generación en generación, hasta que un heredero ya no sabe qué hacer con él. A veces se pierde o se olvida. A veces se regala, o se almacena hasta que parece que pierde su razón se existir. 

¿Pero qué tan fatal es ese destino último de los libros? ¿Un libro tirado a la basura merece quedarse ahí, a merced del deterioro y la destrucción? Se ha dicho que una de las virtudes del libro es que su valor es sobre todo inmaterial, es decir, reside más allá del soporte que lo sostiene. ¿Qué importa, Crimen y castigo como objeto o Crimen y castigo como narración? Uno no puede existir sin el otro, eso es claro, pero es evidente también que un ejemplar de Crimen y castigo sigue teniendo valor aunque esté en la basura.

Guiados por el amor hacia los libros, un grupo de trabajadores del servicio de limpieza en el distrito de Cankaya, en Ankara, Turquía, comenzó a seleccionar los libros encontrados entre la basura que recogían con el propósito de conformar una pequeña biblioteca que al principio se pensó que sería utilizada por ellos y sus familias y que, por otro lado, serviría como una actividad lúdica en el marco de su tiempo en el trabajo.

Con el paso de los meses, sin embargo, el acervo creció ante la enorme cantidad de ejemplares con que se cruzaban los casi 700 empleados del servicio. En dicha ciudad cercana al millón de habitantes, al parecer se lee pero también se desecha, pues ahora la biblioteca cuenta ya con casi 5 mil libros, más cerca de mil 500 que esperan ser puestos a disposición de los usuarios y otros más que, según reportan los medios que han contado la historia, han comenzado a llegar de otras localidades turcas, adonde al parecer se ha contagiado la emoción por el proyecto. Los ejemplares son tantos que se piensa ya en formar “bibliotecas móviles” que puedan ir a ciudades cercanas, especialmente a las escuelas, y apoyar así la formación de niños y adultos.

El proyecto es una clara muestra de que en el mundo hay suficiente de todo para todos –suficiente comida, suficientes bienes culturales, suficiente riqueza–, pero el problema es la iniquidad con que todo eso está distribuido.

Cabe mencionar, finalmente, que la biblioteca es expresión de cierto espíritu más amplio que comparte este grupo de trabajadores, pues esta iniciativa convive con un ánimo general de reutilizar y aprovechar, el cual se mira en el lugar que se eligió para instalar la biblioteca –una antigua ladrillera abandonada desde hace varios años– y en otros espacios que se han sumado para recreación de los trabajadores: una barbería, una cafetería y algunos espacios más destinados al descanso. El fin último parece ser, como decíamos, aprovechar. ¿Pero qué? Nada menos que la vida.

 

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