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Para las mujeres que no cuentan con privilegios y derechos, como el acceso a la educación, el matrimonio se convierte en un recurso de supervivencia con dos entradas económicas

Varios estudios han demostrado que la monogamia es inicialmente una elección. Esto no sólo permite rechazar la posibilidad de tratarse de una condición humana sino que también hace posible comprender que el matrimonio es, por lo tanto, una condición social que tiene un rol cultural en las civilizaciones. Sin embargo, ¿las exigencias económicas en la actualidad podrían hacer que el matrimonio sea una convención necesaria?

De acuerdo con los datos estadísticos que presentó el secretario Ari Fleischer durante el gobierno de Bush en EEUU, existe una inequidad económica significativa entre las mujeres solteras y las casadas. Sin importar la raza de la mujer, la diferencia entre las ganancias económicas se ve fuertemente agravada si las mujeres continúan estudiando y dan a luz después del matrimonio. Esto provoca cuestionarse si el matrimonio es una herramienta para sobrevivir a las exigencias económicas en el mundo. 

Para Carol Gilligan, profesora de la Universidad de Nueva York, el feminismo ha brindado la posibilidad a las mujeres de identificarse como seres humanos con derechos que las liberan del yugo obligatorio del matrimonio; desgraciadamente, este movimiento que surge en la búsqueda de equidad de privilegios y derechos entre los sexos permanece en un grupo social con acceso a la educación profunda. En palabras de Gilligan: “¿alguien [fuera de las personas en contacto con el feminismo] conoce la palabra ‘patriarcado’?”. Es decir que oponerse al patriarcado promoviendo la autonomía como proceso de empoderamiento es mucho más fácil cuando uno cuenta con estudios, posee ingresos estables y vive en una comunidad en donde hay pares similares. 

No obstante, para las mujeres que no tienen los mismos privilegios y derechos, como el acceso a la educación, la cuestión del matrimonio se convierte en un recurso de supervivencia con dos entradas económicas para la crianza de los niños. Con esto, Gilligan explica que para las mujeres en condición de pobreza el matrimonio modela su futuro económico, mientras que para quienes gozan de estabilidad económica la pareja es una opción más entre independencia, estilo de vida y una resistencia al patriarcado. Además, no se puede negar la realidad: las mujeres con un acta de matrimonio tienden a percibir un mayor ingreso económico que las solteras. Esto significa que dicha convención social no sólo parece brindar beneficios a la hora de pagar impuestos (como es en el caso de España y otros países europeos), sino que también se convierte en una alternativa para sobrevivir a las cada vez más demandantes exigencias económicas. Se trata de una cuestión de privilegios que en la actualidad ayudan a reducir el riesgo de pobreza. 

En palabras de la cantante Beyoncé: “todas las mujeres solteras y pobres –y los hombres solteros y pobres– del mundo, necesitan realizarse esta pregunta: si yo escojo no casarme, ¿cuáles serán las consecuencias económicas?”. La realidad es que la libertad y la autonomía, tanto de hombres como de mujeres, es un derecho de todo individuo como parte de su proceso de empoderamiento; no obstante, ¿la economía actual, el aumento de precios y la reducción de ingresos, podrían promover la urgencia del matrimonio?