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Sobre el culto a la musa (la poesía como vehículo de lo sagrado)

Arte

Por: Jimena O. - 03/30/2017

Relumbres de la manifestación de la musa, la eterna encantadora de la incantación

El poeta e historiador Robert Graves escribió más de 100 libros, con una vitalidad sin parangón en la literatura del siglo XX. Entre sus múltiples obras, algunas novelas, poemarios y sobre todo exploraciones históricas mitopoéticas, La diosa blanca es el que mejor capta el espíritu de Graves, entregado a la servidumbre sagrada de la musa. Es en La diosa blanca donde Graves revela su ars poetica, una perpetua búsqueda mágica, una cacería que es también una metamorfosis y un sacrificio en torno al vasto cuerpo de la diosa. 

En una entrevista de 1969 (una joya de entrevista) con The Paris Review, Graves confiesa que años de servir a la musa, a la diosa lunar de la poesía, al eterno femenino, no producen satisfacción; por definición, la relación con la musa es dinámica, nunca estática, siempre seducción que no encuentra saciedad. Sin embargo, esta relación sí tiene un fruto que está siempre en eclosión. "Me ha acercado más y más al centro del fuego", dice Graves. Esta es la función de la musa, llevarnos perpetuamente al corazón blanco de la llama, a aniquilarnos en la divinidad, a hacer de la existencia un sacrificio (el poeta es consumido por el cuerpo hambriento de la diosa) que es también una sublime obra de autocontemplación artística.

Explica Graves que la musa no da felicidad pero da una cierta dicha activa intercalada de dolor. La palabra que usa es "happiness", que en inglés tiene la misma raíz que "happening", suceso u acontecimiento. La musa es la que hace que se manifiesten las cosas, es la fuente de los fenómenos que pueden ser gozados como símbolos de la sabiduría. La musa no nos deja tranquilos, sino que nos somete a los vientos cambiantes, portadores del ánima, de los colores y matices con los que se manifiestan las energías cósmicas y telúricas. Todas las cuales se acrisolan en el seno de la diosa blanca, que es también la diosa negra. La eterna Gea, Diana, Afrodita que se vuelve Hécate, Kali, Coatlicue.

¿Qué es la musa? Quizás una respuesta podría ensayarse tomando de la dakini, la bailarina celeste, la cual es definida como el brillo de la conciencia.

Es parte de la teoría (la visión divina) poética de Graves que todo poema que vale algo debe provenir de un trance poético, de un contacto numinoso, de un momento de interfaz e interpenetración con la diosa --todos los poemas son reflejos del espejo lunar, todos los poemas son de alguna u otra forma invocaciones a la Diosa Blanca.

 

"The White Goddess"

All saints revile her, and all sober men
Ruled by the God Apollo's golden mean -
In scorn of which we sailed to find her
In distant regions likeliest to hold her
Whom we desired above all things to know,
Sister of the mirage and echo.

It was a virtue not to stay,
To go our headstrong and heroic way
Seeking her out at the volcano's head,
Among pack ice, or where the track had faded
Beyond the cavern of the seven sleepers:
Whose broad high brow was white as any leper's,
Whose eyes were blue, with rowan-berry lips,
With hair curled honey-coloured to white hips.

The sap of Spring in the young wood a-stir
Will celebrate with green the Mother,
And every song-bird shout awhile for her;
But we are gifted, even in November
Rawest of seasons, with so huge a sense
Of her nakedly worn magnificence
We forget cruelty and past betrayal,
Heedless of where the next bright bolt may fall.