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La psicopatía, la drogadicción, los trastornos alimenticios y otras patologías tienen su origen en la infancia y, por lo tanto, también su prevención y contención

Luigi Cancrini, psiquiatra y psicoterapeuta, fundador de una de las escuelas de psicoterapia más importantes –Centro de Estudios de Terapia Familiar y Relacional, se ha dedicado durante los últimos 20 años a comprender y reducir los efectos del trauma en niños que sufren de todo tipo de violencia, así como a estudiar a profundidad una de las estructuras psíquicas más fascinantes, el limítrofe. 

Para él, el humano es intrínsecamente bueno, por lo que “se convierte en un lobo para los otros cuando tiene dificultades en su infancia”. Es decir, después de pasar por una serie de abusos físicos, psicológicos, sexuales o negligencia durante la infancia, la estructura psíquica de la víctima puede desarrollarse en limítrofe, una estructura que se aventura hacia un océano entre la neurosis y la psicosis. En palabras de Cancrini: “El borderline –o limítrofe– no es lo suficientemente cuerdo como para ser considerado neurótico ni lo suficientemente loco como para ser considerado psicótico”. Según el psiquiatra, en la infancia “se consolida el núcleo de patología que se transformará en trastorno de personalidad. La mayoría de los drogadictos sufren trastorno límite de personalidad, la causa de las adicciones es la infelicidad, el desequilibrio”.

La psicopatía, la drogadicción, los trastornos alimenticios y otras patologías tienen su origen en la infancia y, por lo tanto, también su prevención y contención. Esto significa que si se consigue “intervenir en la infancia, se podrá cambiar el mundo”. Sin embargo, si no se lograse generar una intervención a tiempo, los resultados pueden ser devastadores, y sobran ejemplos de ello: “Yo veo al niño que llora en cada paciente. Hitler, Stalin y Franco eran niños que lloraban, todos con historias familiares terribles. El maltrato y el descuido de los niños producen monstruos muy dañinos si el niño es inteligente y tiene fuerza personal”.

Una manera de prevenir este tipo trastornos mentales, según Cancrini, es contar con el amor de alguien. En su experiencia:

mis primeros recuerdos son de bombardeos. He pasado miedo, pero he tenido unos padres que me han protegido con su afecto. Eso te ancla en la esperanza y la confianza en la vida. Te lleva a creer que el futuro puede ser mejor y que en gran medida depende de cómo lo hagas tú.

En otras palabras:

si hay inseguridad en la imagen que un niño tiene de su madre –o figura que lo cuida, en cómo la siente, hay un punto de ruptura en la persona. […] Si el vínculo familiar se rompe demasiado pronto, hay consecuencias: la herida que produce es un condicionante del futuro.

Según los estudios del psiquiatra italiano, “el problema no son las peleas de los padres –si no son violentas, se puede pelear y cuidar del hijo. El problema es el abandono y el maltrato”. En el caso en que el dolor es excesivo y se afronta en solitario la evolución es destructiva pero, “si el niño está conectado con otros y puede ponerle palabras, es una experiencia de crecimiento; y eso es algo que debemos aprender: combatir y aceptar el dolor como oportunidad de crecer”. La mejor manera para que una víctima pueda expresar su dolor es “estando en silencio, a su lado, esperando: tiempo y presencia. […] El niño que ha sido abandonado tiene el sentimiento de no valer nada y hay que ayudarle a reconstruir su historia”.

Se trata que de dar un mayor peso y significado a los vínculos, pues “es impresionante ver cómo quien pensaba que lo habían abandonado puede cambiar su actitud frente a sí mismo y la vida cuando entiende que no podían cuidarle, que el hecho de que le confiaran a otros también es un acto de amor”. Se trata de dar una nueva imagen a su madre biológica, brindando una “reconstrucción clara, limpia, que puede cambiar la organización psíquica de la persona”.