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En breves palabras el director del Instituto para la Búsqueda de la Felicidad comparte el pensamiento que ha permitido a los daneses sentirse plenos, en paz y felices

La felicidad, esa búsqueda abstracta que tanto nos quita el sueño. En nombre de la felicidad (propia) se cometen las más grandes tristezas. Algunos creen tenerla y temen perderla, otros la tienen pero no la ven, otros creen nunca haberla tenido y hasta juran estar marcados por el destino, algunos quizá nunca la conozcan.

En una época de profunda crisis e inestabilidad constante es lógico pensar que la felicidad está lejos de nosotros, pero esto es sólo parcialmente cierto.

¿Cómo se mide la felicidad? ¿Cuál es su unidad de medida, bajo qué criterio se puede señalar que alguien es más o menos feliz que otros, cuáles son las variantes que debemos tomar en cuenta para mesurar con precisión algo así? Tan amplio y relativo.

En realidad las cosas que nos hacen felices, profunda, genuina, simple y naturalmente felices están a nuestro alcance todo el tiempo.

 

 

Meik Wiking es un politólogo danés que, luego de participar en think tanks enfocados en la sustentabilidad ecológica, decidió darle un giro a su carrera tras enterarse de un dato revelador. La ONU demandó en 2012 que los países de la Unión Europea incluyeran entre sus instrumentos para medir el progreso parámetros que analizaran la felicidad y la calidad de vida.

Así, a sus 33 años creó el Instituto para la Búsqueda de la Felicidad que reúne a filósofos, antropólogos, psicólogos, sociólogos y economistas para generar más y mejores pautas para medir la felicidad y provocar su inclusión en las discusiones políticas globales. Su principal objetivo es contestar las preguntas anteriores además de responder por qué algunas personas son más felices y cómo se puede mejorar la calidad de vida general.

Wiking ha viajado por todo el mundo presentando sus ideas ante diversos gobiernos y agentes de cambio.

 

 

En su más reciente libro, Hygge, la felicidad de las pequeñas cosas, explica algunos detalles detrás de la filosofía que ha transformado a Dinamarca en uno de los países con los más altos rangos de felicidad y bienestar entre su población. Este libro ya ha sido traducido a 25 idiomas y fue traducido al español por Libros Cúpula.

Es evidente que parte de este estado de bienestar es posible gracias a la ventajosa posición económica y al éxito político que tienen respecto a muchísimos otros países: acceso gratuito a la sanidad, universidad para todos, igualdad entre hombres y mujeres, buenas pensiones. En sus propias palabras:

[…] No creo que haya nadie en Dinamarca que no pueda dormir pensando que sus hijos no van a ir a la univerisdad. Comparado con los Estados Unidos de la Ansiedad, somos felicísimos: no tenemos que competir desde pequeños. Que la gente pueda tener una buena vida, elija la profesión que elija, es una ventaja a muchos niveles, incluso reduce la tasa de criminalidad, ya que no hay mucho por lo que pelearse. Pero siempre podemos aprender de otros países, y por eso recorro mundo con mis encuestas.

Hygge significa comodidad-bienestar y se puede utilizar en el danés de varias formas, es verbo y adjetivo. Se trata del arte de crear confort, confianza e intimidad en un ambiente acogedor y reconfortante.

Reunirse frecuentemente con familiares y amigos es fundamental para seguir esta filosofía que nace por la necesidad de combatir el estado de ánimo depresivo que podrían provocar sus largos inviernos.

"El hygge consiste en sacar lo mejor de lo que tenemos en abundancia: el día a día", cuenta el, llamado así por The Times, hombre más feliz del mundo.

 

 

 

 

El manifiesto es claro; aquí algunos de sus puntos más importantes:

 

Ambiente: Apaga las luces, genera una atmósfera agradable.

Presencia: Adiós móviles y computadoras, toda la atención aquí y ahora.

Placer: Bebidas deliciosas, ricos postres.

Igualdad: Dinámicas y convivencia pensando en un "nosotros" por encima de cualquier "yo".

Gratitud: Hay que disfrutarlo, este podría ser el (último) mejor momento.

Armonía: Todos son aceptados tal cual son, no hace falta que prueben nada.

Comodidad: Una sábana calientita y un buen lugar donde sentarse nunca están de más.

Tregua: Sin agobios, temas que eleven pasiones pueden ser discutidos otro día.

Unión: Construir relaciones e historias junto a los presentes.

Refugio: Generar un espacio de confianza y paz para todos.

 

También una vestimenta cómoda y relajada para todos, mantas, cojines, juegos de mesa, velas, incienso para construir un hogar con mucho hyggeDe acuerdo con sus propios estudios, las relaciones sociales constructivas y relajadas, las que en verdad nos nutren, son fundamentales para ser feliz.