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Una curiosa historia sobre el improbable reencuentro entre una familia japonesa y una reliquia viva con un secreto sorprendente

Durante el 2001 una visita al arbolario nacional estadounidense desencadenaría una gran sorpresa. El visitante era un nieto de la familia japonesa Yamaki, quienes vivían a apenas 3km del epicentro de la explosión atómica que mató a más de 140 mil pobladores de Hiroshima. Aquella familia sobrevivió y salió relativamente ilesa de la explosión, pero no fueron los únicos. Un hermoso bonsái, plantado en 1625, es decir, con más de 300 años de vida, también sobrevivió a la bomba atómica.

 

El bonsái listo para su transportación.

 

Fue donado a este arbolario en 1976 por uno de los miembros de la familia, Masaru Yamaki, quizá como una muestra suprema de bondad, entendimiento y perdón; en todo caso, el origen del bonsái no fue revelado. El árbol formó parte de un regalo (53 bonsáis) de Japón a Estados Unidos por su bicentenario.

El personal del lugar desconocía por completo la asombrosa conexión que tenía este pequeño pino blanco con la explosión que dio fin a la segunda guerra mundial hasta que el nieto Yamaki se los recordó. 

 

Durante el trayecto de ida.

 

A su llegada a the United States National Arboreum.

 

 Junto a su donador, Masaru Yamaki.

 

Junto a descendientes de la familia Yamaki.