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Un poco de limpieza apocalíptica para estar ligeros y en sintonía con los tiempos.

Es difícil decir si se trata del pánico, la paranoia o simplemente el análisis concienzudo de los hechos, pero muchas personas creen que estamos en un punto crítico en el que se acerca una especie de colapso de la economía, de las instituciones y en general de la realidad --al parecer el planeta ya no aguanta nuestro modelo de vida y al parecer también hemos empoderado a seres humanos tiránicos y deludidos, los cuales de cualquier manera tienen que ser el reflejo de nuestra sociedad. Todo parece ser una broma, cargada de humor negro. Más allá de esta situación o de este dudoso diagnóstico (como dijera un escritor italiano, siempre es el Kali Yuga) lo que sí es evidente es que en algún punto, probablemente no tan lejano, el mundo como lo conocemos colapsará y tendremos que vivir de manera más austera y sencilla, al menos si queremos hacerlo sobre la faz de este planeta (y no en otra estrella o en un mundo de realidad virtual). 

Por ello parece ser apropiado al menos empezar a pensar en cómo sería un mundo apocalíptico o un mundo simplemente rústico y sin muchas cosas. Parece inteligente dejar de identificarse demasiado con nuestras posesiones y considerar la posibilidad de que todo lo que nos da seguridad material se modifique radicalmente. Para que este proceso no sea tan traumático, siempre es importante dejar de tomarse tan en serio (el mundo y uno mismo). Al rescate las caricaturas de limpieza apocalíptica de Tom Gauld de la revista New Yorker.

 

 

Mientras que la sociedad colapsa a nuestro alrededor y nos aferramos a la vida entre las ruinas, es muy importante tener tener una hogar agradable y organizado en el cual resguardarse. 

 

Un ambiente pulcro aclarará tu mente y te dará más tiempo para enfocarte en las cosas verdaderamente importantes en la vida, como pepenar la basura en busca de comida y proteger tu casa de insectos gigantes.

 

 

Quédate sólo con cosas que te llenen de alegría o sean útiles. Por ejemplo un juguete que evoca memorias felices de la infancia, o un hacha que puede decapitar un robot asesino.

Y si un objeto no parece producir alegría, dale las gracias y déjalo partir. Pero hazlo de manera callada para que no atraiga la atención de las cosas monstruosas debajo de la Tierra.

No sientas la necesidad de quedarte con regalos no deseados. Deshacerte de ellos calladamente es más fácil que nunca, ahora que la Tierra está cubierta con pozos insondables de fuego sulfúrico.