*

Dos mundos se funden con este hermoso ejercicio: el de Miyazaki y el de la realidad

Uno de los grandes maestros de la fantasía en las últimas décadas, el artista japonés Hayao Miyazaki, se ha caracterizado por su destreza para crear mundos y narrativas imaginarios. Basta recordar sus obras más brillantes, entre ellas La princesa Mononoke o el Viaje de Chihiro, para transportarnos a estos universos animados que han deleitado a millones. 

Pero ¿qué ocurriría si algunos de los inolvidables personajes de Miyazaki saltaran al mundo de lo real?, ¿cómo compaginarían con las formas y texturas del universo físico que nos rige? Ante tal interrogante el cineasta coreano Kojer decidió emprender una artesanal misión para rotoscopearlos, extraerlos de sus mundos animados y colocarlos en escenarios "reales" (lo ponemos entre comillas por que dudamos que la realidad tradicional sea verdaderamente real). 

La titánica labor de Kojer, quien debe de haber dedicado cientos de minuciosas horas para lograr su cometido, resulta en una coqueta mixtura de universos que acaso están mucho más próximos de lo que creemos: el fantástico o imaginario y el real.