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Las relaciones sentimentales con atisbos patológicos son más comunes de lo que imaginamos; es más, podríamos estar coprotagonizando una

El mundo es una selva. Tal vez por eso, entre otras razones, tendemos a buscar hacer equipo con otra persona y establecemos una relación de pareja. Esa otra persona representa un punto de calma, de confianza, de apoyo y equilibrio; retrata de un oasis, imperfecto pero precioso, en medio de la incertidumbre y el oleaje propio de la vida. 

Por diferente motivos, con relativa frecuencia las relaciones de pareja terminan teniendo poco que ver con la descripción anterior. En cambio, actúan como invernaderos donde germinan los miedos, traumas y complejos de los involucrados y entonces el potencial oasis se transforma en un microinfierno, germinando dinámicas harto destructivas para una o ambas partes. Pero aun cuando esto ocurre muchas veces los involucrados no logran percibirlo y simplemente se mantienen ahí, lastimándose y deshonrando el que podría ser el sentido original de que dos personas construyan una pareja. 

Más allá de lo lamentable que lo anterior pueda ser, es importante recalcar que en algunos de estos contextos se llega a violaciones más graves de los derechos, la humanidad o incluso la integridad de los involucrados. Muchas veces la mujer termina siendo la víctima en esta dinámica, sobre todo en entornos culturales asociados al machismo; sin embargo también debemos aclarar que también existen casos, y múltiples, en los que el hombre acaba siendo el victimado.

La importancia de detectar estas dinámicas y de idealmente romperlas es que así no sólo se evitan malos ratos, también se neutralizarán amenazas que pueden dañar, y mucho, la salud emocional, e incluso física, de los involucrados –y esto lo enfatizamos a propósito de las urgentes campañas que recién se han desatado alrededor del mundo y exigen un alto inmediato a la violencia contra la mujer. Así que si identificas tu relación de pareja con alguno de estos rasgos, es buen momento de revisar y tal vez replantear esa relación.

De acuerdo con Lundy Bancroft, especialista en el tema y probablemente best seller, los siguientes son aspectos que caracterizan una relación abusiva:

1. Aislamiento social: cuando una de las partes procura u obliga al aislamiento de la otra (esto puede darse en muchos niveles, ninguno de ellos benéfico). 

2. Violar el derecho a la privacidad: monitorear vía software o prácticas forzosas a la otra persona (por ejemplo, exigir contraseñas de sus cuentas de correo o redes sociales o, peor aún, implantar dispositivos de GPS).

3. Destruir la propiedad del otro (objetos, cartas, recuerdos, etcétera).

4. Celos excesivos e inseguridades que responden a querer controlar desmedidamente a la pareja.  

5. Amenazas de violencia física o violencia autoinfligida.

6. Violencia sexual.

7. Humillación: degradar a la pareja frente a otros.