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5 lecciones de la filosofía clásica para una vida sencilla, feliz y plena

Buena Vida

Por: Jimena O. - 11/08/2016

Grandes reflexiones de los estoicos que puedes aplicar a tu vida diaria y de forma sencilla para dar pasos firmes hacia la verdadera felicidad

Todos tenemos un enorme respeto por el conocimiento antiguo... aunque lo leemos muy poco. Lo gracioso es que resulta más probable encontrar y aprender claves para ser felices entre las páginas de los clásicos que consumiendo todo el estante de libros de autoayuda.

Aquí van algunos consejos desde la antigüedad que te podrían ayudar a mejorar tu vida:

 

Los acontecimientos no te molestan, tus creencias sí

Te deja el amor de tu vida y tu ánimo se va al suelo, crees que nunca te recuperarás. Luego resulta que tu ex tenía serios problemas de psicopatía y crees que el abandono no estuvo tan mal después de todo. Primero te sentías terrible, luego increíblemente bien. ¿Qué cambió? Tus creencias sobre el mismo hecho.

Si te despiden de un trabajo y creías que era lo mejor a lo que podías aspirar y que nunca conseguirás nada igual, te sentirás devastado. En cambio, si crees que era una porquería y te convences de que era hora de un cambio, sentirás tranquilidad, incluso alivio. De nuevo, la forma en que se ve un mismo hecho altera nuestras emociones respecto a él.

Los estoicos decían que no existen acontecimientos buenos o malos, todo se limita a nuestra percepción de ellos. El mundo que nos rodea es indistinto a nuestras emociones, sólo existe, es objetivo. Los estoicos proponían pensar “esto me pasó” y no “esto me pasó y es malo”. Si te atas a la primera forma de verlo serás más resiliente, aprenderás a hacer algo constructivo con todo lo que te suceda. Este enfoque es tan bueno que ha sido adoptado en terapias psicológicas para tratar ansiedad, ira o depresión.

Las emociones no son aleatorias; provienen de nuestras creencias, no de lo que nos sucede. La mayoría de las emociones negativas que sentimos surgen de creencias irracionales. Revisar tus creencias te ayudará a superar tus emociones negativas. Shakespeare lo resumió bien al decir: “Nada es bueno o malo hasta que el pensamiento lo decide”.

 

Controla lo que puedas, ignora el resto

Hay una gran diferencia entre mantenerte en control de ti mismo y querer controlarlo todo, los estoicos la conocían bien. Por ello se hacían constantemente esta pregunta: ¿Puedo hacer algo al respecto?

Si no puedes hacer algo, preocuparte por ello sólo añadirá estrés a tu vida y no solucionará nada. Mucho de lo que nos preocupa suele no estar en nuestras manos.

Enfocarse en aquello que podemos cambiar e ignorar aquello que no depende de nosotros nos hace mucho más productivos y eficaces, además de felices.

La próxima vez que te preocupe algo hazte la pregunta mágica: ¿Puedo hacer algo al respecto? Si sí, hazlo; si no, deja de preocuparte. Si te cuesta trabajo, volver al primer consejo de esta lista puede ayudar. ¿Tu preocupación se basa en una creencia irracional?

 

Acéptalo todo pero no seas pasivo

A muchos nos molesta la palabra “aceptar”, es como si cediéramos ante algo que nos imponen. Nos negamos a aceptar las cosas como suceden y son, vivimos en constante negación.

Muchos recomiendan eliminar de nuestro vocabulario la palabra “debería”. Perdemos la vida señalando como “deberían” ser las cosas y las personas, quejándonos de todo y todos. Las cosas son simple y llanamente como son.

Vivir en negación es abonar nuestras creencias irracionales y, como ya aprendimos, éstas son el origen de las emociones negativas. Hay que aceptar la realidad tal cual es, pero esto no significa que seamos pasivos ante ella.

Para los estoicos aceptar la realidad es el primer paso para decidir qué hacer ante los hechos tal cual son. Nuestras expectativas se desbordan impidiéndonos valorar al mundo en su medida real. Cada giro de tuerca es una nueva opotunidad para descubrir qué nos depara el mundo y hacer lo mejor que podamos con lo que la vida nos va dando.

 

Escoge a tus maestros

El mundo está lleno de personas de las que podemos aprender algo, gente que ha atravesado cosas similares a las que enfrentamos, que tienen logros que nosotros quisiéramos para nuestra vida. Basta con acercarse y preguntar.

Séneca dijo: “Nos gusta decir que no escogemos a nuestros padres, que nos los da la fortuna; sin embargo podemos escoger de quién deseamos ser hijos de verdad”.

¿Pero cómo elegimos de entre tantos y tantos a aquellos que podrían ser nuestros mentores? Hay que acercarse a alguien que admiremos profundamente, alguien que nos pueda enseñar eso que deseamos hacer, alguien que nos pueda aconsejar sobre lo que debemos cambiar para ser expertos en eso que se busca dominar. La próxima vez que nos encontremos con un reto, es de gran ayuda preguntarse "¿Qué haría __________ en esta situación?".

 

Rituales matutinos y vespertinos

Muchas investigaciones coinciden en la importancia que tienen los rituales al momento de transformar nuestra calidad de vida. Uno por la mañana, para comenzar el día recopilando todo lo que debemos hacer; el otro, en la tarde, para evaluar cómo nos ha ido durante el día, qué nos ha faltado, qué podemos mejorar.

Los estoicos pensaban que un buen ritual matutino era lo ideal. Marco Aurelio se decía: “Hoy la gente a la que te encuentres será...” y comenzaba a enlistar todas las actitudes negativas que podía recordar. Esto no es pesimista sino realista: “Ahora que sé esto, no tomaré nada personal e intentaré comprender por qué la gente actúa así, los perdonaré y amaré”. De esta forma, al terminar el día se puede hacer una revisión de lo que sucedió y pensar cómo mejorar.

Por supuesto, los estoicos no creían en la perfección, para ellos todos éramos un trabajo en marcha, siempre en cambio y siempre con algo nuevo que aprender. Séneca dijo: “Mientras estés vivo sigue aprendiendo a vivir”.

 

En resumen

Luego de transformar nuestra forma de ver el mundo queda un pequeño paso: ser agradecidos. La gratitud es una de las fuerzas más grandes en el ser humano. En su libro Meditaciones, Marco Aurelio hace una lista agradeciendo a todas las personas que le ayudaron de uno u otro modo. Más adelante escribe: “No te detengas a pensar en las cosas que no posees como si fueran tuyas, cuenta las bendiciones que posees y piensa cuánto las desearías si no fueran tuyas ya”.

Pensar en las bendiciones en nuestra vida es una forma de ejercitar nuestra gratitud que, además nos hará ver lo afortunados que somos y lo poco que necesitamos de algunas cosas que perseguimos por vanidad.

Lo nuevo suele estar sobrevalorado, sólo necesitamos unas cuantas ideas de hace miles de años para acercarnos a la felicidad.