*

La artista lesbiana que pintó a todo su círculo de mujeres a la vuelta del siglo XX

Arte

Por: Luis Alberto Hara - 11/08/2016

Una de las joyas mejor guardadas del arte norteamericano demuestra al mundo el improbable florecimiento del amor entre mujeres a mitad del siglo XX.

Ampliamente olvidada por el mundo del arte, la artista Romaine Brooks está siendo exhibida en el Museo Smithsoniano de Arte Americano. Las tres modestas habitaciones que encierran esta obra de amplios alcances están invadidas por las pinturas y dibujos de la artista, puestos por la colección del museo que los recibió como donación de la propia Brooks en 1970, poco antes de su muerte.

Esta muestra explora casi toda su carrera, caracterizada por el rechazo a las políticas de género tan marcadas en la sociedad. Su trabajo es un vistazo a la subcultura lésbica de principios de siglo desde la peculiar mirada de la artista, evocativa y de tonalidades oscuras.

Su nombre real era Beatrice Romaine Goddard y nació en 1874 en el seno de una familia afortunada pero en desgracia. Su niñez fue ensombrecida por la devoción absoluta que su madre le tenía a su hermano, que sufría de una enfermedad mental. Brooks pasó gran parte de su vida luchando contra las secuelas de una infancia solitaria y sin afecto. Una ventaja significativa también definió su vida profesional y personal: su familia era inmensamente rica y ella estaba destinada a heredar su fortuna. Para 1902, estaba en posición de reclamar su parte de la herencia y con ello vino una libertad que utilizó para trabajar en Roma, París y Capri.

Su bienestar económico le permitió tener un estilo de vida que muchas otras sólo podían soñar en aquella época. Podía sacudirse con facilidad las expectativas que se tenían sobre las mujeres artistas en aquel entonces, incluyó desnudos femeninos desde sus primeras exhibiciones y fue a varias clases en las que ella era la única mujer.

Luego de un breve matrimonio fallido con John Ellingham Brooks, rechazó la monogamia y a los hombres en general, incluso como sujetos. En 1915 conoció a Natalie Clifford Barney, una destacada anfitriona de salones parisinos, con la que permanecería por más de 50 años. A pesar de su profundo lazo afectivo, ambas mantenían una vida completamente independiente en salas separadas de su mansión; incluso, mantenían relaciones, algunas serias, otras no, con otras mujeres.

Romaine Brooks - Azalees Blanches - 1910

En una era dominada en su totalidad por hombres, Brooks se apoyó de la subcultura a la que pertenecía y pintó a sus amigas y amantes. Su retrospectiva en el Smithsoniano muestra, entre otros, el retrato de su amiga Hannah “Gluck” Gluckstein, una artista que adaptando los discursos dominantes en la moda de la época logró transformar su vestir en un símbolo de su sexualidad. Gluck y Brooks formaban parte de un pequeño y poco conocido grupo de mujeres que comenzó a utilizar ropa masculina y a llevar el cabello corto, no sólo para seguir la creciente tendencia a la androginia de los 20, sino para comunicar a otros y entre sí que eran lesbianas.

Las emociones de Brooks alcanzan a percibirse claramente a lo largo de toda su obra. Desde sus primeros dibujos de las mujeres aristócratas con las que se rodeaba hasta los óleos de mujeres anónimas, su trabajo gráfico pone de relieve una intimidad femenina poco tratada, quizá ni siquiera imaginable para artistas con temas similares. Sus trazos dotan a la persona retratada de emociones complejas, contradictorias y profundas que nos sugieren su identidad profunda.

Romaine Brooks - Una, Lady Troudbridge - 1924

Además de varios retratos, la muestra recorre muchos de sus dibujos e ilustraciones realizados a lo largo de toda su vida madura. Ensoñaciones monstruosas en las que el detalle nunca es perdido de vista. Su estilo en papel contrasta ampliamente con lo expuesto sobre el lienzo.

Romaine Brooks, artista mayormente desconocida, fue una de las observadoras más astutas de la mujer, un talento solitario cuyo pincel capturó la singularidad y fuerza de cada una de las mujeres a las que pintó. Las reveladores y contradictorias emociones que imprime a cada rasgo, postura y gesto la ponen muy lejos de cualquiera de sus contemporáneos.

Puedes revisar más de su obra aquí.