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Legalizar la cannabis para proteger la salud de los usuarios

Salud

Por: Jimena O. - 07/14/2016

No se trata sólo del acceso a la cannabis, sino de que las concentraciones de químicos sean las adecuadas para cada persona

Uno de los puntos más fuertes en contra de la legalización de la cannabis es que puede dañar el desarrollo cerebral de los adolescentes; legislaciones como las que se promueven en Canadá o Estados Unidos buscan que el consumo medicinal y/o recreativo de la planta esté disponible a partir de los 21 años (al igual que el alcohol o el tabaco).

Investigadores del King’s College de Londres han observado sutiles diferencias en la materia blanca en ambos hemisferios del cerebro entre fumadores de “skunk”, una cepa de cannabis muy popular comercialmente. Según el estudio, estas diferencias fisiológicas entre usuarios y no usuarios de skunk lleva a pensar que existe entre los fumadores una transferencia “menos eficiente” de información al cerebro.

Y sí, probablemente mucha gente fume cannabis precisamente para obtener ese efecto relajante y analgésico, ¿pero por qué otros la buscan tratando de conseguir un efecto energetizante e incluso festivo?

Esto se explica por la potencia del THC y los cannabinoides de cada planta. En algunas taxonomías tradicionales, existen tres tipos de cannabis  (sativa, indica y ruderalis) que supuestamente tienen diferentes concentraciones de las sustancias activas, y que están indicadas para producir diferentes efectos.

Sin embargo, en un mercado negro o por decir lo menos, poco regulado científicamente, no es posible que el consumidor tenga acceso a la concentración de THC y cannabinoides que está buscando o que le resulta más beneficiosa. Y es que parece haber data de que históricamente la concentración de THC ha aumentado; en los 70 y 80 del siglo XX la concentración era de 2-4%, mientras que en la skunk de nuestros días la encontramos a razón de 10-14%.

Según el tipo de cuerpo, la situación emocional, psicológica e incluso el entorno, una más alta concentración no es peligrosa, pero a la larga parecen haber indicadores de que las concentraciones elevadas de THC son la diferencia entre un viaje relajante y divertido y un ataque de pánico.

Además, cada tanto aparecen en el mercado “super skunks”, “cannabis legal”, y otros productos del mercado negro que pueden ser muy peligrosos para los usuarios, porque se trata de sustancias que no han sido probadas durante mucho tiempo, debido a que los productores de sustancias ilícitas siguen alimentando un mercado que no deja de consumir pese a la prohibición. Al igual que como ocurrió en la llamada “era de la prohibición” del alcohol en EEUU a principios del siglo XX, donde las personas perdían la vista a causa de ingerir bebidas alcohólicas adulteradas, la regulación del mercado es también un paso responsable para proteger la salud de la gente.

El miedo sólo se combate con información, y en la exigencia de la legalización de la cannabis no sólo está implicado un argumento político (terminar de una vez con la guerra contra el narcotráfico, que ha cobrado miles de vidas en todo el mundo y que cuesta miles de millones de dólares cada año) sino también de salud: regular el acceso a cannabis de calidad con la cantidad adecuada de THC y cannabinoides para satisfacer las necesidades de adultos responsables debe formar parte de los derechos de las personas que la necesitan.