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Utilizar palabras o frases de una segunda lengua cuando usas tu lengua materna no es signo de enfermedad mental, sino de dos códigos luchando por el predominio

¿Hablas más de un idioma? Probablemente te hayas enfrentado a una situación en la cual buscas una palabra en tu lengua materna y sólo se te viene a la mente su traducción en tu segunda lengua. Esto puede tener efectos cómicos o frustrantes, según la situación, pero este tipo de fenómenos podría explicarnos cosas sobre cómo aprendemos y usamos los idiomas, especialmente en la era del capitalismo global.

Aprender una segunda lengua tiene ventajas prácticas, pero también algunas consecuencias cognitivas interesantes. Judith Kroll, psicóloga de la Universidad Estatal de Pensilvania ha estudiado este problema a fondo, y en una entrevista con Wired lo explica como un problema de competencia: "Las dos lenguas del bilingüe a veces convergen, pero a menudo compiten".

¿Pero cómo es posible que olvidemos (si bien momentánea e involuntariamente) palabras que aprendimos desde niños en favor de sus equivalentes en otra lengua? De acuerdo con la doctora Kroll, nuestro cerebro elige la lengua en la que habla a cada palabra, pero nuestra lengua materna lucha por imponerse frente a un código externo: "La lengua materna puede ser golpeada durante el aprendizaje de la segunda lengua, pero este puede ser un proceso crucial del aprendizaje para regular la lengua".

Según su investigación, los hablantes de una segunda lengua que soportan mejor esas fases extrañas del proceso cognitivo tienen más posibilidades de aprender un nuevo idioma; además, cambiar de código frecuentemente (en la elección inconsciente del nombre de esa fruta como "manzana" o "apple") favorece algo llamado "función ejecutiva", que es la habilidad de procesar más eficientemente la información, filtrando todo lo innecesario y favoreciendo la toma de desiciones. 

Aunque esta "función ejecutiva" es fuente de muchos debates, Kroll afirma que "en los años 80, la gente pensaba que la mezcla de idiomas era patológica. De hecho es una parte normal y típica de la experiencia bilingüe". Así pues, no se trata de que estés enloqueciendo si te quieres sentar en la chair o si incurres en traslapes como nos vemos a las 7 chez toi: el lenguaje es una función viva, casi un sistema nervioso accesorio con sus propias reglas y condiciones, una herramienta de la cual nos servimos, o bien, un virus que utiliza a los hablantes para reproducirse y transformarse, como pensaba William Burroughs.