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En Canadá, la cannabis medicinal ya es legal, lo que permite al gobierno realizar un plan de largo alcance para arrebatarle al crimen organizado la distribución de la planta

Una de las promesas de campaña del primer ministro de Canadá, Justin Trudeau, fue que su gobierno legalizaría el uso recreativo de la cannabis, promesa que podría materializarse en la primavera del próximo año según la ministra de salud, Jane Philpott.

En abril pasado, el gobierno canadiense dio a conocer un plan para nombrar una comisión que debe presentar un informe completo sobre la viabilidad de una legalización y regulación de la cannabis, la cual debe incluir a todos los sectores de la población, así como contar con delegados en ámbitos de salud y financieros. Partiendo de la experiencia de la legalización en Colorado y California en Estados Unidos, Canadá está tomando pasos firmes para ganar terreno frente al crimen organizado.

La preocupación principal (lo que aumenta los argumentos tanto a favor como en contra de la medida) es impedir que los niños tengan acceso a la cannabis, pero también están tomando en consideración la experiencia positiva de la cannabis medicinal, misma que ya es legal en el país desde hace tiempo, pero cuyos dispensarios siguen perdiendo terreno frente al mercado negro.

Existen aspectos de la nueva ley que, se espera, servirán como actualizaciones para la ley de cannabis medicinal; cuestiones abiertas y todavía sin solución, como el derecho de plantar cannabis de manera doméstica, así como la edad legal para poder tener acceso a la planta. Al parecer la lógica aquí será la misma que en Estados Unidos, donde la edad legal para acceder legalmente a la cannabis es de 21 años, al igual que al alcohol. La edad legal para beber alcohol en Canadá, sin embargo, oscila entre los 18 y los 19 años. Otros asuntos a resolver son las rutas de distribución (probablemente en establecimientos operados por el propio gobierno), al igual que la cantidad que los usuarios podrán comprar y cuánto será el máximo permitido, de manera que se inhiba la reventa.

Canadá es uno de los países que están a la cabeza del consumo de cannabis, pero donde los estragos de la violencia de los cárteles y las consecuencias sociales del mercado negro no se han sentido con tanta intensidad como en Latinoamérica. Además otras experiencias de despenalización, legalización y/o regulación de la cannabis se han asociado a la reducción en el consumo, especialmente en los adolescentes, quienes tal vez puedan crecer viendo la cannabis como una planta medicinal que le quita el dolor de huesos a su abuela (entre cientos de otras aplicaciones médicas, comerciales y energéticas) en lugar de como esa "droga" maligna que goza de mala publicidad desde principios del siglo XX a causa de una campaña racista de Estados Unidos contra los mexicanos y, con suerte, incluso encontrarán nuevos ritos de paso.