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Una suma de data y algoritmo hizo posible que más de 300 años después de la muerte de Rembrandt exista ahora un nuevo retrato que bien podría haber sido pintado por el gran maestro

Decir que el genio o el talento pueden reducirse a un algoritmo es una afirmación aventurada pero, a pesar de todo, posible. Románticamente, estamos inclinados a pensar que la creatividad auténtica tiene un elemento último, definitivo, que parece no explicarse por nada, ni por la formación académica o intelectual de una persona, ni por sus cualidades cognitivas, ni por su historia de vida o la combinación azarosa de estos y otros elementos. El talento, el genio, pensamos, tiene algo o mucho de intangible, de inefable, quizá incluso un poco de sobrehumano.

Con todo, la otra hipótesis tampoco es muy descabellada, especialmente en tiempos de la inteligencia artificial (IA). ¿Y qué si, efectivamente, el genio creativo pudiera reducirse a una serie de comandos, a un diagrama de flujo binario que a la postre desembocaría en la creación de una obra maestra?

Ese, en parte, fue la exploración llevada a cabo por el proyecto The Next Rembrandt, que, grosso modo, consistió en hacer que una computadora analizara el estilo pictórico del gran maestro holandés para, después, ser capaz de “pintar” ella misma un cuadro similar.

“Queríamos entender qué hace a un rostro parecer un Rembrandt”, dijo al respecto Emmanuel Flores, director de tecnología del proyecto. En este sentido, el equipo reunió data concerniente a las características más específicas de la manera en que Rembrandt pintaba. De inicio, dado que el artista tuvo una inclinación particular por los rostros, se determinó escanear y fotografiar retratos, y de éstos a su vez determinaron la edad, el género, la fisonomía e incluso la disposición de la cabeza y la vestimenta.

Con estas directrices, la IA del proyecto recibió la programación para pintar un rostro “típicamente” rembrandtiano, cuidando todos los detalles, de los ojos a la nariz, las proporciones, etcétera.

Finalmente, uno de los pasos más sorprendentes de este proceso es que el equipo también contempló el volumen de la pintura, esto es, la fuerza de las pinceladas y la cantidad de pintura que Rembrandt usó en sus óleos y como esto se tradujo en un volumen específico del cuadro.

Con toda esta información, el software fue capaz de pintar un retrato, “el siguiente Rembrandt”, 347 años después de muerto el maestro.

 

Sorprendente, ¿no? ¿Será que no estamos lejos de una exposición llamada Obras maestras de la inteligencia artificial?

 

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