Desde hace algunos años en el slang anglosajón existe la palabra “manspreading” que, como su formación indica, se refiere a un hecho que no por simple es menos molesto: la apertura de piernas que casi siempre perpetra todo hombre cuando toma asiento. Lo cual, claro, podría ser una conducta indiferente, de no ser por las circunstancias públicas en que puede presentarse. Por ejemplo, en la sala de espera de un consultorio o de una oficina gubernamental, en la banca de un parque o, el caso más usual, en el transporte público.
Sin duda, todos hemos experimentado esa situación. Viajamos con tanta comodidad como permiten el autobús público, el tren o el metro pero, de pronto, sentimos la invasión de un cuerpo extraño en ese pequeño territorio que creíamos ilusamente que nos pertenecía por el breve período que durará nuestra estancia en dicho transporte. ¿Y cuál es la naturaleza del invasor? No es otra cosa más que alguna parte de la pierna de nuestro compañero de viaje, quien al parecer necesita más espacio de aquel que por derecho le correspondería.
¿Y por qué motivo? En este punto los comentadores no se ponen de acuerdo, pero a juzgar por la historia milenaria de las relaciones entre el hombre y su entorno, la evolución del así llamado macho de la especie humana lo llevó a requerir holgura y amplitud para mantener cómoda la también así llamada genitalia masculina, conocida asimismo en otras épocas como "virilidad" y aun "hombría".
Al menos, ése es el pretexto. Según defienden los hombres, es por causa de la exterioridad naturalmente necesaria de sus testículos (cuyo calentamiento global desembocaría catastróficamente en el exterminio de su especie) y de su “miembro viril” (risas) que, al sentarse, lo hacen de tal modo que ni la temperatura ni el aprisionamiento molesten las también alguna vez nombradas como “partes blandas”.
Las imágenes que compartimos, sin embargo, demuestran que en muchos casos dicha preocupación y práctica roza la ridiculez pero quizá, sobre todo, el nulo sentimiento de colectividad. El transporte público, como el adjetivo indica, es un sitio compartido, mismo en el cual, a su vez, si atendiéramos a los clásicos del contractualismo y otras corrientes afines de la filosofía política y social, actuaríamos naturalmente desde las premisas de la convivencia común, el bien compartido, la empatía social y otras realidades que a juzgar por la evidencia pertenecen más bien a los reinos de lo imaginario y la utopía inalcanzable.
Las fotos son parte del contenido del Tumblr Men Taking Up Too Much Space on the Train, en donde además se encuentra la peculiar composición “Men Defendign Their Balls: A Superpoem”, el cual siguiendo en parte las técnicas del collage y el cadáver exquisito está hecho a partir de frases tomadas de reclamos que hombres indignados o enardecidos por dichas instantáneas dirigieron a quien sostiene el sitio. Entre las brillantes defensas que ciertos pasajeros del transporte público esgrimen para su postura se encuentran perlas como:
"es biomecánicamente complejo"
"haz que te crezca un par de bolas e intenta cruzar las piernas"
"como las mujeres y su bra"
etcétera.
¿Tú qué piensas? ¿De verdad los genitales masculinos necesitan esa ridícula cantidad de espacio en dicha postura?