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La extraña historia de Joe Mellen, el hombre que se hizo un hoyo en la cabeza con la esperanza de entrar en un estado de conciencia más elevado, siguiendo la teoría de un médico pionero

Para muchas personas la vida sólo consigue elevarse y cobrar significado en los estados alterados de conciencia, mayormente estimulados por drogas psicoactivas. Ya sea porque los individuos toman el camino fácil y no invierten en trabajar su propia conciencia de manera "natural" o porque la sociedad nos ha hecho muy difícil encontrar experiencias significativas, místicas o psicodélicas en nuestra vida cotidiana, las drogas ejercen un gran atractivo para aquellos que buscan depurar "las puertas de la percepción".

Sin embargo, en su búsqueda de ese estado de conciencia superior que han idealizado, algunos hacen cosas que a muchos nos parecerían totalmente disparatadas. Tal es el caso de Joe Mellen, un hombre que se hizo un hoyo del tamaño de la punta de un dedo en la cabeza para mantenerse en todo momento en un estado de conciencia similar al que producen las drogas. En un principio esto parece completamente desquiciado (y tal vez lo sea), pero al menos Mellen estaba siguiendo la teoría de un médico y repitiendo un proceso de trepanación utilizado durante milenios entre las clases sacerdotales en numerosas culturas.

Mellen cuenta su historia en el recientemente reeditado libro Bore Hole, de la excelente editorial Strange Attractor. En la cresta de los 60 y siguiendo la ola beatnik, este joven educado en Oxford y Eton (no era ningún "cabeza hueca") tuvo un par de experiencias con LSD que literalmente acabaron volándole la cabeza.

En un momento de enorme entusiasmo por la expansión de conciencia que había vivido en sus experiencias psicodélicas, Mellen conoció al doctor Bart Hughes. Este médico holandés estaba convencido de que el volumen de sangre en la cabeza controla los estados de conciencia de una persona, sugiriendo que al caminar erguidos los seres humanos habíamos perdido cierto potencial de conciencia, colocando el corazón debajo del cerebro. Esto, teorizó Hughes, podía ser medianamente corregido parándose de cabeza, entrando en agua fría después de estar en agua caliente o tomando ciertas drogas. Hughes hacía referencia a que cuando nacemos nuestras cabezas no están del todo selladas (lo que en los bebés es la parte suave de la fontanela), por lo que trepanar la cabeza podía ser una forma de recuperar una especie de conciencia cósmica. Curiosamente, diversas culturas han realizado prácticas de alquimia anatómica interna y externa buscando abrir esta parte del cuerpo que en el sistema de chakras de la India corresponde a sahasrara, la flor de loto de los mil pétalos y la conexión con el espíritu.

Sobra decir que el caso de Mellen es polémico y genera todo tipo de reacciones; muchos lo llaman un consumado idiota y otros se mistifican por la posibilidad de que tenga razón y sea un pionero que ha recuperado una ancestral técnica de expansión de la mente. En una entrevista reciente con Vice, da la impresión de estar bastante lúcido a los 76 años de edad. Mike Jay escribe en su introducción del libro:

Las memorias de Joey Mellen han alcanzado un estatus legendario, han sido llamadas el modelo para el siguiente paso en la evolución humana, denunciadas como un clásico ejemplo de los peligros de la experimentación con drogas y contadas interminables veces como una irresistible anécdota de alta locura. Se ha vuelto el non plus ultra de la expansión de conciencia, la marca radical de los 60 psicodélicos.

Mellen explica que cuando se cierra el cráneo finalmente, el cerebro deja de poder expandirse y pulsar: "La pulsación es suprimida y la sangre pasa sin pulsar. Es por esto que todos nos queremos drogar. Queremos regresar a este estado en la juventud en el que teníamos más espontaneidad, vida y creatividad. Extrañamos eso. Es el paraíso perdido". Aparentemente, el hoyo en la cabeza permite que exista más oxidación de glucosa y una mejor circulación, lo que en su teoría incrementa la conciencia. 

Suena interesante, aunque quizás poco científico (después de todo, la ciencia tampoco entiende muy bien la conciencia todavía). De cualquier forma, no recomendamos que te hagas un hoyo en la cabeza sólo porque quieres sentir siempre esa sensación de tu primer viaje psicodélico. Antes de eso, quizás vale la pena mencionar que Mellen tuvo varios intentos fallidos en su autotrepanación y que fueron bastante sangrientos. Él mismo no recomienda tratar de hacerlo.

Amanda Feilding también se trepanó la cabeza. Aquí habla sobre su experiencia y, aunque no recomienda hacerlo, sí señala que la ciencia debería investigar esto y no sólo desestimarlo como una locura.