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El Museum of Soviet Arcade Games en San Petersburgo resguarda muchos de los juegos Arcade más famosos de Rusia de la década de los 80

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Dentro del Museum of Soviet Arcade Games en San Petersburgo lo primero que se logra ver es una serie de máquinas expendedoras de soda, grises, de la década de los 80. Si escoges la de en medio, dispensará una soda ligeramente fermentada con sabor a estragón cuya receta se origina de un jarabe que no ha sido producido en masa desde la caída de la Unión Soviética.

Alrededor del lugar hay sonidos y disparos provenientes de algunas viejas máquinas que parecen haber viajado en el tiempo desde la época de oro de los juegos americanos Arcade. Sin embargo, aquí  todo está en ruso, se usan kopecks como moneda y no hay juego de King Kong.

Este no es un museo típico. En él no solamente se puede tocar todo, sino que además se puede jugar en las "maquinitas". Diseñado para verse como un club Arcade de videojuegos de la URSS en 1980, el museo está lleno con juegos restaurados y modelados cuidadosamente a partir de aquellos de Japón y el Este, y manufacturados para la aprobación del líder de la era de la Guerra Fría: Nikita Khrushchev.

24 años después de la disolución de la Unión Soviética, las familias rusas pasan sus tardes jugando en el museo con las maquinitas (juegos Arcade) de propaganda de su juventud, bebiendo la (cada vez más difícil de encontrar) cerveza burbujeante de las máquinas dispensadoras de soda de los 80 y gastando monedas soviéticas en juegos de fuerza y entrenamiento para la coordinación de la vista, que fueron aprobados por el gobierno soviético en los años 70 y 80 por tener "valor real" para los niños.

El museo ha recuperado cerca de 60 juegos, muchos de los cuales son los últimos modelos en el mundo. El proyecto empezó hace 3 años cuando cuatro estudiantes de un colegio de San Petersburgo decidieron rescatar las reliquias de la oscuridad y enseñar al país acerca de la improbable historia de los juegos Arcade de la URSS .

"El hecho de que algunos de estos productos estén en peligro de desaparecer es la razón de por qué son tan queridos" dice el doctor Steven Norris, profesor de historia en la Universidad de Miami en Ohio, que se especializa en ruso y estudios postsoviéticos. "La nostalgia por los videojuegos de los 70 y 80 es parte de una nostalgia mayor por el consumo de productos soviéticos del socialismo tardío", un período en el que los rusos eran introducidos a muchos artículos populares, desde radios de pared hasta los ahora omnipresentes y queridos vasos de vidrio con impresiones de aspiradoras.

La historia de cómo las maquinitas o juegos Arcade llegaron a la URSS es algo circunstancial. A pesar de que nunca ha sido sustentada por historiadores, la anécdota se remonta a un viaje a Estados Unidos en el que Khrushchev quedó tan sorprendido con los juegos Arcade que a su regreso invitó a todos los diseñadores de juegos a ir a Rusia y mostrar sus mejores creaciones. Entonces compró todos los juegos y los mandó a las fábricas del ejército ruso, con órdenes de descubrir qué era lo que los hacía funcionar.

Después de un tiempo, Khrushchev hizo sus apuestas de ideas para juegos. "He escuchado esta anécdota también, pero no sé si es apócrifa o no", dice Norris. "No puedo estar 100% seguro de si es correcta".

Verdadera o no, lo que sí sabemos es que la manufactura de juegos estilo Arcade en la URSS tuvo lugar en la famosa exhibición americana realizada en el parque Sokolniki en 1959, una exhibición que terminó con Khrushchev visitando América y regresando con un compromiso renovado para producir más bienes para los consumidores, entre ellos, claro, los juegos Arcade en San Petersburgo.

Unas vez determinado cuáles juegos serían producidos, los prototipos fueron mandados a fábricas militares que primordialmente usaban la electrónica en pruebas nucleares y armas. Estos eran quizá los únicos lugares en la URSS que tenían el poder y los medios para acceder a la ingeniería requerida para construir las "maquinitas".

En un curioso giro del destino, sin embargo, resultó que los manuales también eran producidos en las fábricas, y por lo tanto considerados documentos gubernamentales clasificados. Por ello, se piensa que fueron destruidos. Cualquier intento por restaurar los históricos juegos Arcade hoy requiere de mucho trabajo para adivinar cuándo dar servicio a los viejos cables, pipas, luces y motores.

Aquí abajo, por ejemplo, vemos Winter Hunt, en el cual el jugador dispara conejos que aparecen en la nieve.

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De acuerdo con Oksana Kapulenko, una de los curadores del museo, hay tres diferencias mayores entre los juegos soviéticos de los 80 y aquellos de Europa y Norteamérica: costos, peso y tema. Para empezar, era extremadamente caro manufacturar y distribuir los juegos rusos, así que eran muy raros. Además, puesto que pesaban entre 330 y 375 libras cada uno, su peso era cinco veces mayor que el de los prototipos hechos alrededor del océano, debido a la falta de materiales más ligeros.

Por la escasez de materiales después de la caída de la Unión Soviética, muchas de las máquinas fueron destruidas para reusar las partes y, a diferencia de las máquinas del este, cada una de las que fueron producidas en la era soviética tenía que alinearse con la ideología marxista.

Pero, ¿qué significa esto exactamente?

Para ponerlo en términos simples, significa que no hay Pac-Man. Significa que no hay fantasías. Significa realzar el trabajo como labor física, promoviendo el comunismo patriótico y glorificando hábitos de pensamiento apropiados al régimen marxista. La fantasía y los juegos de rol, por ejemplo, los cazatesoros, las princesas y las criaturas inventadas no tenían lugar en la URSS.

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En vez de eso los juegos más populares eran creados para enseñar coordinación ojo-mano, velocidad de reacción y pensamiento concentrado y lógico.

A diferencia de muchos juegos americanos, estos juegos fueron influenciados por el entrenamiento militar y hechos para enseñar e inducir el patriotismo estatal haciendo un mejor cuerpo humano, más fuerte y con mayor fuerza de voluntad.

También significa que no hay resultados altos, ni rushes de adrenalina u orgullo mientras añades tus iniciales a la lista de los mejores. En la Rusia comunista, no había competencia.

Hay un juego curioso en el museo que parece romper este patrón. Fué construido bajo la consigna de ser un entrenador de fuerza para niños, usando una historia popular como tema.

Muy parecido a los juegos de carnaval de Occidente, en los que alguien empuja o golpea con un martillo una plataforma, este juego, llamado Repka  o Radish,  está diseñado para probar e incrementar la fuerza solicitando al jugador empujar una manivela tan fuerte como él o ella pueda; esto para ayudar  a sacar un rábano fuera del jardín familiar.

La máquina indica la cara del miembro familiar que la fuerza del jugador logra igualar, y después registra la cantidad que kilos que puede levantar.

Lo más raro de todo es la línea de recolectores de rábanos; después de fallidos intentos de un ratón, un gato, un perro, una niña y una abuela, el vegetal sólo puede ser elevado una vez que el abuelo entra y la familia entera trabaja junta para sacarlo colectivamente.

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De acuerdo con Norris, el hecho de que un grupo de gente joven haya revivido estos juegos dice mucho sobre cómo la nostalgia por la Unión Soviética opera en Rusia hoy. Ellos "no sienten nostalgia por la restauración de la URSS y ciertamente tampoco por la violencia de la era de Stalin", explica, “en lugar de eso hay un anhelo, a menudo como un intento irónico, de dar sentido al pasado y preservar vivas algunas de sus partes”.

A pesar de los esfuerzos de conservación, surgen preguntas inminentes sobre el futuro de esos juegos, máquinas de soda y viejos álbumes de fotos. Para comenzar, el museo dice ser dueño de cerca de 85% de lo que queda de bulbos de luz que hacen que el juego Saniper-2 funcione. ¿Qué pasará cuando se acaben? ¿Qué pasará cuando la única fábrica en el país que aún produce el jarabe de estragón de la Unión Soviética deje de hacerlo? ¿Qué pasará cuando ya se puedan encontrar los cables apropiados para configurar el juego de basquetbol, un juego que detrás de bambalinas parece una pila amontonada de espagueti de metal?

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El continuo e incrementalmente difícil acto de restaurar, mantener y reparar estas máquinas de Arcade es simultáneamente un acto de respeto por la ruda realidad de la vida en la era soviética en Rusia, donde se usaron modelos de Occidente para adaptarlos a su propia idiosincrasia y cultura del juego.

La actitud de los rusos hacia el acto de preservar los juegos no involucra mantener las máquinas encerradas detrás de vitrinas: "están hechas para ser usadas", dice la curadora Oksana, "no para ser examinados como especímenes".

El juego favorito de Oksana se llama Gorodki o Pequeña villa, un juego  originalmente inventado por una familia de granjeros rusos.

El juego comienza en la Rusia rural, donde las familias hacen línea para tratar de noquear columnas de madera arregladas como formas en el suelo; el objetivo es destruir tantas como sea posible; estos arreglos son llamados "pequeñas villas".

De acuerdo con Alexander Suvorov, líder militar ruso del siglo XVIII, el juego tradicional fue un método perfecto para enseñar tácticas de guerra: al golpear los pinos hacia los jugadores y moverse en el ataque, noquear los pinos alimentaba su fuerza, preparándolos para el siguiente ataque, incrementando la capacidad de conciencia. El juego vivió un renacer cultural en los 70 cuando cada estadio, spa de salud, campo de verano, fábrica y patio tenía su propia área de juego-gorodki. Por ello, pronto se convirtió también en un juego Arcade.

El juego Gorodki vuelve a la vida después de que las monedas entran en la rendija. Mientras las pequeñas villas aparecen en la pantalla, rodando en círculos a través de ésta, se siente como jugar al Tetris de la vieja escuela; mientras los pinos ruedan alrededor  de las pequeñas villas, se hace referencia a estrellas y aviones volando, flotando a través de la pantalla y esperando a ser demolidos.

En años recientes la Duma rusa ha retomado el asunto de los juegos patrióticos, y algunos de sus miembros se lamentan pues perciben como nociva la influencia de los juegos occidentales.

"Los que hacen las leyes han llamado a jugar juegos que presenten a los jóvenes rusos los héroes, la historia y la cultura rusas", dice Norris.

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[Vía io9]