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Los líderes religiosos son hombres y mujeres falibles que, sin embargo, viven una doble identidad a causa de los compromisos simbólicos que contraen en público y desprecian en privado
Confesionario de la iglesia de Hanswijk (Wikimedia)

Confesionario de la iglesia de Hanswijk (Wikimedia)

Los líderes religiosos católicos basan parte de su poder social en lo que no dicen: la secrecía y la capacidad para guardar información delicada --a cambio de soporte y confort espiritual-- es la base del secreto de confesión, lo cual resulta irónico al considerar que el reciente hackeo en contra del sitio web de infieles Ashley Madison provocará la salida de unos 400 pastores, diáconos y miembros de distintos niveles de la iglesia, luego de que sus nombres aparecieran en la lista de cuentas filtradas.

Según el blog Christianity Today "se trata de un momento de vergüenza para la iglesia", aunque reviren rápidamente con el argumento de que el número de pastores y miembros del clero implicados en las filtraciones aún sigue siendo "mucho más bajo que el número de aquellos buscando tener una aventura". 

El número fue derivado de las conversaciones que Ed Stetzer (director ejecutivo de LifeWay Research y experto en las altas cúpulas eclesiásticas) sostuvo con diferentes líderes del clero de Estados Unidos y Canadá específicamente, mismos que confirmaron que los implicados renunciarán a sus cargos el próximo domingo. 

Uno de los implicados es una estrella de reality shows cristianos y "conferencista" motivacional: Josh Duggar, quien exaltaba las virtudes de la monogamia mientras pasaba su tiempo libre buscando aventuras on line. En realidad, las filtraciones le costaron el puesto incluso al CEO de AvidLifeMedia (compañía madre de ashleymadison.com, fundada en 2002, y otros sitios de encuentros sexuales en línea), Noel Biderman, casado, cuyo nombre también aparece en las filtraciones y que renunció hace unos días.

La lista de filtraciones de Ashley Madison ha implicado también a miembros de varios gobiernos del mundo (15 mil solamente del gobierno de Estados Unidos), líderes morales, hombres y mujeres de todo el mundo que, paradójicamente, refuerzan mediante la transgresión el mandamiento católico "No desearás a la mujer de tu prójimo" al presentar disculpas públicas a diestra y siniestra. Finalmente la "infidelidad" está en el respeto que uno tiene por sí mismo y por su pareja, y el deseo --incluso sexual, por personas distintas a la pareja-- no debería seguir siendo objeto de persecución y juicio público. El problema --y el bochorno para algunos-- aparece cuando se vive el thrill de una doble identidad: moralizador público y adúltero privado.