*

G. William Domhoff repartió diarios a algunas personas para que registraran sus sueños a lo largo del tiempo, con la intención de hacer un análisis cuantitativo para que la ciencia se sirva de él y algún día entendamos por qué soñamos

 

Praia Grande, Macao, China. John Thomson, 1870 / Wellcome Images

Praia Grande, Macao, China. John Thomson, 1870 / Wellcome Images

Aún no hemos llegado a un consenso que explique por qué soñamos cuando dormimos. Hay más de 10 teorías al respecto, todas interesantes, pero lo único en lo que están de acuerdo es en que soñamos porque somos seres inherentemente narrativos; al contarnos historias hacemos sentido del mundo. Y nadie puede vivir sin sentido, diría Jung. Con esto en cuenta han surgido proyectos como el Atlas de los sueños y el Banco de sueños, que pretenden más bien coleccionar sueños para formar mapas que iluminen el camino a una respuesta pero además, ir abriendo brecha para revelar lo fascinante de ese mundo que todos visitamos a diario.   

El Banco de los sueños lo creó un doctor de Stanford llamado G. William Domhoff. A lo largo de los años ha coleccionado una vasta biblioteca de sueños y muchos de ellos los ha subido a su sitio, The Dream Bank, para que académicos, científicos y curiosos puedan utilizarlos como base de datos. De hecho, muchos estudios recientes se han servido del sitio para explicar cómo funcionan los sueños.   

Lo que hace Domhoff, a diferencia del Atlas de los sueños, no es solo permitir que cualquiera pueda compartir su sueños con el mundo (esa necesidad tan Olio drop with mountains in the distance. The background composition and color theme is similar to the illustration by Maxfield Parrish, titled ---Daybreak.---fuerte en el humano), sino que entregó diarios a ciertas personas que han ido registrando sus sueños durante varios años para que sirvan de objeto de estudio. Su acercamiento es más sobrio, es decir, trabaja con un panorama grande, general, para hacer un análisis cuantitativo: identificar repeticiones, consistencias, fronteras precisas de los elementos que aparecen en sueños, frecuencias en las categorías de individuos o grupos, porcentajes, comparaciones.

Su objetivo, dice, “es completamente objetivo y cuantitativo. No parte de asociaciones libres, amplificaciones, interpretaciones simbólicas o cualquier otro material fuera de los reportes mismos de los sueños”. Y es que su empresa ya no necesita que se le agregue nada extra para ser en sí una cámara de maravillas. Sus hallazgos, además, revelan que sí hay tal cosa como un significado de los sueños.  

Está, por ejemplo, el diario de un viudo que comenzó a escribir cada sueño en que aparecía su esposa fallecida. La base de datos guarda 3 mil 116 sueños de una mujer que lleva registrándolos desde 1977, y otra mujer, Dorothea, contribuyó con 900 sueños a lo largo de 53 años.

“Los sueños son tan reales”, señala. “que queremos hacer sentido de ellos. No podemos verlos como aleatorios. Pero hay mucho ruido en los sueños”. Para poder incluso comenzar a entrever el significado de los sueños de una persona, Domhoff necesita varios sueños de esa persona (no solo un sueño memorable). “Los sueños”, dice, “son una expresión de los mismos pensamientos o preocupaciones de nuestra vigilia, y por medio de ellos podemos entender algo de nuestro carácter y nuestras tendencias mentales”. En fin, su trabajo es ecuménico y, por más sobrio que pueda parecer, quizás eso es precisamente lo que algo tan alucinado requiere algunas veces.