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Los artistas Adam Frost y Jim Kynvin regresaron a las 60 historias de Holmes en busca de evidencia que explique el persistente encanto del detective, y esto fue lo que encontraron

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Pensar de tarde en tarde en Sherlock Holmes es

 una de las buenas costumbres que nos quedan.

Jorge Luis Borges, Los conjurados

 

Hace más de 1 siglo desde que el detective más famoso y entrañable del mundo hizo su primera aparición, y para aquellos de nosotros que caímos en los encantos de sus deducciones, su amistad no ha disminuido en lo absoluto. Los artistas Adam Frost y Jim Kynvin regresaron a las historias para buscar datos que expliquen su persistente atractivo, y esto fue lo encontraron.

Las tarjetas son indudablemente para fans, ya que hacen un análisis de personajes y casos como si fuera una trivia o un juego de mesa. Las consistencias en el estilo de Arthur Conan Doyle pronto se volvieron clichés de la literatura policíaca e incluso del dominio público (la adicción de Holmes a la cocaína, su ubicua pipa, el “elemental, mi querido Watson”, que el detective nunca dijo). Estos infográficos seguro hubieran encantado a Borges, Savater, T. S. Eliot o W. H. Auden, quienes no tuvieron recato al manifestar su entusiasmo por el detective, e incluso cada uno analizó y evaluó las derivaciones semióticas de la obra policíaca de Conan Doyle en algún momento. Como Sherlock mismo dijo, la data lo es todo: “No puedo hacer ladrillos sin barro”.

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