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Para McLuhan, existe una historia de adicción a los medios que se manifiesta como paranoia social respecto a ciertas prácticas. Lo que el alcohol y el radio tuvieron en los 20, lo experimentaron el LSD y la TV en los 70, y nuestra actual "guerra contra las drogas" respecto al internet y la era digital
Imagen: mcluhangalaxy.wordpress.com

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Durante la estancia en prisión de Timothy Leary en 1974, su archivista Michael Horowitz reunió una fantástica selección antológica de textos a favor de su amigo. Las razones oficiales de la pena de prisión era portación de cannabis, pero se trataba de encerrar junto a Leary el potencial de investigación científica de psicodélicos, toda una cultura que Nixon no quería ver pasar por las academias.

Aprovechando la cuarteadura provocada en la opinión pública gracias al Watergate, Horowitz reunió una serie de cartas de tremendos escritores, como los poetas beat Allen Ginsberg, Lawrence Ferlinghetti, Gary Snyder, Michael McClure, Diane di Prima y Ken Kesey, además de "luminarias psicodélicas" como Alan Watts, Ralph Metzner, Laura Huxley, Anaïs Nin y Arthur Miller, director del PEN Club en aquel entonces. 

Se trataba de un tiempo previo al internet donde uno no podía firmar una petición de change.org y quedarse con la conciencia tranquila: en el siglo XX era necesario movilizar una larga lista de voluntades políticas para crear la disponibilidad de atención sobre un tema que las redes sociales permiten introducir hoy en día en la agenda pública. Leary sugirió a Horowitz que consiguiera hablar con Marshall McLuhan, que por entonces era director del Centre for Culture and Technology de la universidad de Toronto.

Esta fue la respuesta del doctor McLuhan:

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Querido Dr. Horowitz:

¿Qué tal Tim como el Ulysses del viaje interno? ¿O el Homero de la era electrónica? La tecnología eléctrica, en virtud de su relación inmediata con nuestro sistema nervioso, es en sí misma una suerte de viaje interno donde las drogas juegan el rol de subtrama o modalidad alterna. Podría parecer por consiguiente de aquí a unos años que el pánico acerca de las drogas psicodélicas se relaciona menos con la química que con los terrores ocultos que la gente siente en presencia de tecnología eléctrica. Lo mismo ocurrió en los inicios de la era del radio en los 20, que inspiró una oleada de pánico del alcohol.

Los hombres acústicos se inclinan a ser adictivos al alcohol... esto es, todas las sociedades preletradas, y también nosotros mismos, las postletradas. Fue en la TV Guide para el 15 de septiembre de 1973 donde apareció un artículo explicando el descubrimiento experimental del carácter adictivo de la TV como medio. Nada qué ver con los programas. Tim podría ser un mártir de este poder adictivo oculto de la TV. Tony Schwartz en The Responsive Chord (Doubleday, Anchor book, 1973) plantea que la TV "utiliza el ojo como un oído."

Mis mejores deseos,

Marshall McLuhan

(Traducción de Javier Raya).