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Fragmentos (oníricos) de poemas de Tomas Tranströmer (1931-2015)

Arte

Por: Jimena O. - 03/27/2015

Hoy murió el poeta Tomas Tranströmer. Celebramos su lúcida mirada con una selección de lo mejor de su poesía

Transtroemer

El poeta sueco Tomas Tranströmer, ganador del Premio Nobel en 2011, murió hoy a los 83 años, según informó la editorial Bonniers. Tranströmer había sufrido una parálisis por varios años, algo que no le impidió seguir escribiendo. Su obra fue traducida a más de 50 idiomas y se caracterizó por atmósferas oníricas, translúcidas y melancólicas; psicólogo de formación, se desempeñó como traductor y como pianista.  

La mejor forma de celebrar a un poeta es leyendo sus poemas. A continuación una selección de distintos poemas de diferentes épocas que, acaso, son una muestra significativa de la sensibilidad luminosa de Tranströmer:

 

Soñé que manejaba doscientos kilómetros en vano.

Que todo estaba magnificado. Gorriones del tamaño de gallinas

su canción un ensordecedor estruendo en mis oídos.

 

Soñé que había dibujado las teclas de un piano

en la mesa de la cocina. Las tocaba, en silencio.

Los vecinos venían a escuchar...

 

Soñé que empezaba clases pero llegaba tarde

todos en el salón usaban máscaras blancas 

Quién era el maestro, era imposible saber.

 

fragmento de "La Lúgubre Gondola No. 2"

 

*   *  *

Registrando, el ojo transforma los rayos solares en bastones policiales.

Y de noche: la bulla de una fiesta en el piso de abajo

sube como flores irreales a través del suelo.

Salgo a la llanura. Oscuridad. El vagón parece no moverse.

Un anti-pájaro graznaba a la ausencia de estrellas.

Arriba el sol albino, lanzando oscuras marejadas.

 

fragmento de "Los Cuatro Temperamentos"

 

*   *   *

SOLSTICIO DE INVIERNO (1996)

Mi ropa irradia

un resplandor azul.

Solsticio de invierno.

Tintineantes panderetas de hielo.

Cierro los ojos.

Hay un mundo sordo,

hay una grieta

por la que los muertos

traspasan la frontera.

 

*   *   *

Fantástico sentir cómo mi poema crece

mientras yo me encojo.

Crece, toma mi lugar.

Me empuja hacia un lado.

Me arroja fuera del nido.

El poema ha nacido.

 

de Pájaros del alba

 

EL CIELO INACABADO 

El abatimiento detiene su curso

La angustia detiene su curso

El buitre frena su vuelo.

 

Fogosa, la luz fluye,

incluso los fantasmas le dan un trago.

 

Y nuestros cuadros en el día,

nuestras bestias rojas de los talleres de la era glacial.

 

Todo comienza a ver alrededor.

Caminamos por cientos bajo el sol.

 

Cada hombre es una puerta entreabierta

que da a una sala para todos.

 

El suelo interminable bajo nuestro pies.

El agua brilla entre los árboles.

El lago es una ventana a la tierra.

 

*   *   *

 

EL RUISEÑOR DE BADELUNDA*

Medianoche verde en la frontera norte de los ruiseñores. Pesadas hojas penden en trance, los autos sordos corren hacia la línea de neón. La voz del ruiseñor se alza sin ladearse, es tan penetrante como el canto del gallo, aunque bella y jamás vanidosa. Estaba prisionero y vino a visitarme. Estaba enfermo y vino a visitarme. No me di cuenta entonces, ahora sí. El tiempo fluye del sol y de la luna y penetra todos los tictacs de los relojes agradecidos. Pero aquí ya no hay tiempo. Sólo la voz del ruiseñor, las crudas notas resonantes que afilan la guadaña luminosa del cielo nocturno. 

 

*    *   *

Es el 5 de julio.

Los altramuces se estiran como si quisieran ver el mar.

Estamos en la iglesia de guardar silencio con un fervor sin dogmas.

Como si los rostros implacables de los patriarcas ya no existieran,

ni la falta de ortografía en la piedra con el nombre de Dios.

En la televisión vi a un predicador dogmático que recababa un montón de dinero.

Pero ahora estaba cansado y tenía que apoyarse en un guardaespaldas,

un joven bien trajeado, con una sonrisa tan tensa como un bozal.

Una sonrisa que ahogaba un grito.

El grito del niño al que dejaron solo en la cama de un hospital cuando sus padres se han ido.

 

Lo divino roza al ser humano y enciende una llama

pero luego se retira.

¿Por qué?

La llama atrae las sombras, que se arrojan en ella chirriando y se unen a la llama

que se alza y ennegrece Y el humo se expande sofocante y negro.

Al final sólo el humo negro, al final sólo el verdugo devoto.

 

De Lución

 

*   *   *

Dios en el túnel

del canto de los pájaros.

Un sello se abre.

 

de Haikús