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¿Qué sería de una cultura sin sus tradiciones? La leyenda del lobison, el hombre lobo sudamericano, fue honrada por la presidenta de Argentina en un extraño crisol de folclor e imagen pública
Imagen: The Independent

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Cristina Fernández de Kirchner, presidenta de Argentina, se hizo parte de una centenaria tradición latinoamericana la semana pasada, cuando adoptó a Yair Tawil, un chico judío de 13 años, en la víspera de Hanukkah. ¿La razón? Yair es el séptimo hijo, lo que según la leyenda, lo vuelve candidato a convertirse en hombre lobo, a menos que sea adoptado por el presidente.

Aunque en Europa --hojeando grimorios medievales, ya saben-- la tradición afirma que es el séptimo hijo del séptimo hijo quien se convierte en hombre lobo, la tradición argentina comenzó en 1907, cuando el entonces presidente José Figueroa Alcorta adoptó al séptimo hijo de una pareja rusa.

Conocido como "lobison", el hombre lobo latinoamericano --o su leyenda-- no es muy diferente del folclor medieval: los signos aparecen en la primera luna llena después del cumpleaños número 13. Los signos son, bueno, que se convierte en un demonio sediento de sangre que caza y mata durante la noche. Sus presas favoritas son los niños no bautizados y la carne de los recién muertos, además de excrementos y otras delicias culinarias. 

En la mitología guaraní, el lobison es hijo de Tau, un espíritu maligno y Kerana, una mujer mortal. En 1973, según The Independent, la tradición de que el presidente en turno adoptara al séptimo hijo se extendió también a la séptima hija. Y si bien no sabemos si Tawil se salvará de la maldición, la presidenta le dio una medalla de oro y una beca escolar completa. A blessing in disguise.