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A veces no es sencillo tratar con tu propia familia, pero no está de más recordar que muchos de los conflictos personales inician sólo si así lo queremos

Los padres envejecen, los hijos se vuelven personas autónomas, los hermanos se atribuyen lugares que no les corresponden dentro del circuito familiar: todo ello contribuye a generar un ambiente de tensión, sobre todo cuando ciertas actitudes, comportamientos o palabras toman la forma del malentendido, las suposiciones e incluso el agravio.

¿Pero qué tanto de esto es real y qué tanto imaginario? Dicho de otra forma: ¿qué tanto esa tensión es inherente a la familia en sí o responde también a la propia respuesta del sujeto? Ante el comentario crítico de una madre, por ejemplo, la hija o el hijo puede responder de múltiples maneras: con enojo o con humor, confrontándolo, ignorándolo o por medio de cierta inventiva que desarme esa censura. Las posibilidades no son infinitas, pero sí múltiples, y lo más importante es que cada una de esas, como sugiere la teoría de los multiversos, suscita un nuevo mundo con otro sinfín de escenarios. Quizá, como aseguraba, Leibniz, este es el mejor de los mundos posibles, pero si tuviéramos que traer esa frase a nuestra época, podríamos decir que es tal gracias a nuestras decisiones. ¿Quieres que el tuyo sea el mejor de tus mundos posibles? ¿Qué tanto haces para que así sea?

Estos párrafos nos sirven para introducir 9 “mantras” que encontramos en el blog del sitio Psych Central, 9 frases breves que tomamos para glosar a nuestra manera para , en medio de una situación tensa, recordar que frecuentemente un conflicto inicia sólo si nosotros así lo queremos ―incluso el conflicto con uno mismo.

1. Yo no causé este problema, yo no puedo arreglarlo. Usualmente los problemas familiares surgen inadvertidamente. Asimismo, es común que algunas personas hagan suya la misión de solucionarlo o, por otro lado, se coloquen en el lugar del juez que dicta sentencia sobre quién fue el responsable. Si tú no asumes ni uno ni otro papel y no desencadenaste el problema, lo mejor es no involucrarte.

2. No es mi culpa. La culpa es una noción profundamente dañina para una persona. A veces alguien puede sentirse “culpable” sin realmente serlo. Aunque repetirte que no eres culpable de algo puede no ser suficiente, quizá ayude en la circunstancia en que así lo sientas.

3. Esto no es una competencia. Algunas familias pueden estar obsesionadas con la competencia. Las conversaciones familiares parecen una carrera de presunción sobre el dinero ganado, los viajes hechos, las personas “importantes” conocidas y más. Si esto te molesta probablemente es porque eres diferente a tu familia, o tu sentido de rivalidad está puesto en otra cosa. ¿Pero por qué una reunión familiar tendría que ser una carrera casi olímpica?

4. No hay amor que alcance para esta familia. Uno de los principales conflictos que una persona puede resentir es una especie de contradicción entre su idea de amor y el amor que recibe de su familia. Puede sentir que él (o ella) da más de lo que recibe, o que recibe algo distinto a lo que pide. Sólo que no puede ser de otro modo. Un poco se trata de entender que esa es la naturaleza del amor, que llega el momento en que la familia ya no puede proveernos eso que estamos buscando y que encontraremos fuera del seno familiar.

5. Soy una persona querible. Ligado con el punto anterior, este mantra nos recuerda que no porque nuestra familia no nos ame como queremos no significa que no nos ame, sino sólo que estamos en la búsqueda de otra forma de amor.

6. Mis padres no pueden darme lo que no tienen. Aquí el sujeto gramatical de la oración son los padres, pero en realidad podría aplicarse a casi cualquier persona a quien demandamos algo. Si pedimos a alguien algo que este no puede darnos, a cambio sólo obtendremos decepción, frustración, enojo y otras emociones del tipo.

7. Hoy daré a mi familia el regalo de la tolerancia. Con cierta frecuencia el enojo es resultado de no dar lugar al otro, de no considerarlo como una persona en sí, con su propio modo de ser, con sus propios puntos de vista y formas de hacer las cosas. Nos enojamos porque queremos cambiar a los demás sin que esto sea algo que el otro nos está pidiendo. Si nuestro hermano mayor nos juzga por los amigos que tenemos, ese reclamo habla de algo de él, y eso es lo que tendríamos que escuchar, pero no apropiarnos de su petición para rebatirla y entonces comenzar un conflicto.

8. No soy sólo yo. Todos están lastimando a esta familia. En el caso de ciertos círculos familiares los problemas son colectivos. Popularmente se cree que es una “oveja negra” quien provoca todas las tribulaciones, pero casi siempre es menos una oveja y más un chivo, uno expiatorio en quien se concentran los cortocircuitos del sistema familiar. Si puedes tomar un poco de distancia y examinar serenamente, te darás cuenta que tú no eres la o el del problema.

9. ¿A quién le importa lo que              piense? Como decíamos antes, la actitud censora de un miembro de la familia es algo que le pertenece a esa persona pero que no tienes por qué hacer tuya. Si tu tía comienza a hablar mal de tus tatuajes, eso demuestra su opinión respecto a esto, ¿pero que la manifieste te obliga a polemizar con ella sobre la pertinencia o no de tatuarse?

 

 

Imagen de portada: Melancholia, Lars von Trier (2011)