*

Hieronymus Bosch y el branding de las visiones apocalípticas

Por: Luis Alberto Hara - 11/27/2014

Su relevancia actual podría explicarse por el hecho de que nuestros días y los del Bosco comparten un aire de cambio definitivo, de punto de no retorno, de que no hay vuelta atrás

boschLa tentación de San Antonio, 1501. Panel izquierdo (detalle)

En los días de El Bosco (1450-1516) se escuchaba un proverbio: "La entrada al Infierno está en el culo del Diablo". Es esta clase de verdad soez o conocimiento humorístico popular lo que impregna a sus obras pictóricas de vitalidad, vigencia y un sentido cómico de la tragedia, por llamar de algún modo a su singular estilo.

Y es que Hieronymus Bosch es sin duda uno de los mayores iconoclastas de la Historia, en una acepción rigurosa del término: iconoclasta es aquel que deja de venerar íconos. La pregunta que se plantea, pues, a 500 años de distancia, es: ¿por qué El Bosco, que trastocaba todos los símbolos que tenía a su alcance, terminó convirtiéndose él mismo en ícono?

El Bosco es uno de esos artistas inmortales que tienen algo que ofrecer para todos, desde novatos hasta expertos; por eso la publicidad de nuestros días le ha dado un lugar especial en sus proyectos de brandear el Apocalipsis. ¿De qué otro modo es compatible un mundo grotesco donde se muestran todos los pecados imaginables con el de un divertido libro infantil?

Pish Posh, Said Hieronymus Bosch es justamente eso: se trata de la historia de la sirvienta de El Bosco, quien cuenta cómo las bestias, ángeles y demonios de los cuadros de su patrón salen durante la noche y dejan toda la casa hecha un asco. La autora, Sabine Tauber, diseñó otro libro infantil sobre El Bosco. En entrevista, afirma que al principio "le pareció poco apropiado" diseñar un libro para colorear con el tema de El jardín de las delicias, cuyo panel central muestra una orgía digna de Eyes Wide Shut.

El jardín de las delicias, 1503-4

La autora eligió las partes menos explícitas del tríptico --ya saben, dejando de lado las hordas de humanos trenzados en inextricables contorsiones tántricas--, concentrándose en escenas como esta:

¿Pero por qué, a 500 años de distancia, las visiones apocalípticas de El Bosco son más vigentes que nunca? No podríamos decir que son vigentes en términos de imaginario colectivo: su vigencia está sugerida por la permeabilidad con que su obra es absorbida y reabsorbida por el mercado. Por el lado del arte, hubiera bastado tal vez la apertura del museo dedicado a él en su natal Den Bosch en 2007. ¿Para qué imprimir su trabajo en bolsas, ropa y botas Dr Martens?

martensSimple: porque es hermoso y porque vende. Basta echar una (h)ojeada:

Tal vez no sea la respuesta más apropiada, pero los únicos parangones de El Bosco (en longevidad y vigencia artística, al igual que en éxito comercial) son Van Gogh y Leonardo, artistas con personalidades desafiantes e historias intrigantes que siempre venden bien cuando se les presenta cercanos al espectador.

Sin embargo, sería injusto culpar 100% al mercado de pervertir todo lo que toca: Guillermo Del Toro frecuentemente ha citado a El Bosco como fuente de inspiración, y en la esfera cinematográfica no es el único que ha visto en su jardín encantado más que la multiplicidad de las delicias.

Su relevancia actual podría explicarse por el hecho de que nuestros días y los de El Bosco comparten un aire de cambio definitivo, de punto de no retorno, de que no hay vuelta atrás. El Bosco desconfiaba de las instituciones religiosas, y en cierto sentido, su obra puede entenderse como una interpretación lúdica y salvaje de los deseos negados y relegados por la Iglesia. Dicho de otro modo, él como nosotros tenía la íntima convicción de que hay algo de fiesta en el Apocalipsis (que no es sino el momento de la revelación).