*

Hace 100 años murió el poeta austriaco Georg Trakl de una sobredosis de cocaína; su poesía parece contener sutiles referencias a esta droga, que empezaba a estar en boga en su época... o tal vez se trate solamente de una fantasía crítica que revisa su obra a la luz de su muerte a manos de la "nieve negra"

 trakl1

 

El artista que consume habitualmente una droga será su sirviente y la evocará en su arte por doquiera, en veladas alusiones, en francas confesiones y a veces de manera inconsciente. Al menos este es el fantasma con el que el público y la crítica se enfrentan ante la obra de un consumado toxicómano: todo puede volverse una metáfora, todo puede teñirse del polvo metamórfico de la sustancia predilecta. Pero esto puede ser sólo paranoia crítica y críptica.

Consideremos el caso del poeta Georg Trakl, quien justamente hace 100 años murió de una sobredosis de cocaína --posiblemente calibrada intencionalmente. Trakl además de ser uno de los poetas austriacos más destacados de su época --entre una pléyade históricamente insólita-- era farmacéutico y se autoadministraba una serie de drogas que incluían el opio, el cloroformo y algunos barbitúricos. La Viena de antes de la Primera Guerra Mundial es seguramente uno de los nodos culturales más esplendorosos de los últimos siglos y Trakl llamó la atención de figuras como Karl Kraus y el filósofo Ludwig Wittgenstein; Kraus, quien incluso vacacionó con el joven maldito, dijo a su muerte: "Siempre me resultó incomprensible cómo podía mantenerse vivo. Su demencia batallaba con cosas divinas". Wittgenstein, por otro lado, sin conocerlo, fungió como mecenas del poeta que habría de morir a los 27 años (parte de ese mítico club de luminarias que estallan). 

Lo sobresaliente del caso de Trakl es que su poesía ha sido analizada a posteriori como una poesía trastocada por la droga, específicamente la cocaína. En su poesía hay menciones frecuentes al vino y al opio pero no hay una alusión directa a la cocaína --tal vez porque Trakl no consideraba que esta sustancia tenía un linaje poético como el del vino y el opio, siendo una novedad científica y por lo tanto poco lírica, o quizás se debía a que realmente no consumió mucha cocaína hasta su muerte. De cualquier forma, se han hecho diversos análisis en los que la mirada crítica proyecta una sombra blanca retrocausal sobre su obra y desglosa una serie de metáforas donde se puede rastrear la presencia de la cocaína.

El sitio Public Domain Review ha publicado un excelente ensayo donde examina esta hermenéutica de la cocaína en la poesía de Trakl. Entre las líneas que supuestamente podrían hacer referencia a la cocaína, se cita el poema "Delirio". Aquí una versión en inglés con una traducción sucinta: 

 

The black snow that runs from the rooftops;

A red finger dips into your forehead

Blue flakes sink into the bare room,

These are the dead mirrors of lovers.

(La nieve negra que cae del tejado;

un dedo rojo se hunde en tu frente

copos azules se filtran en la habitación vacía, 

estos son los espejos muertos de los amantes).

La nieve y la blancura se ve trastocada y encantada por este sesgo. Líneas como "El corazón/se torna rígido en quietud nívea" en el poema "Limbo" o "Un corazón salvaje se tornó blanco al lado del bosque" y "Oh corazón/resplandeciendo hacia la serenidad nevada", en el poema "El corazón", de su último período. Parece haber una emboscada intuitiva de la relación entre la cocaína y el corazón, una especie de anticipación ominosa de su posible desenlace, seguramente hecha tangible con la observación de la alteración que el consumo tiene notoriamente en el pulso. ¿Una profecía de su muerte: la serenidad que finalmente viene, entre la decadencia, con su manto blanco en el bosque? En la poesía de Trakl, la nieve estará siempre vinculada con la muerte.

Quizás la alusión más clara a la cocaína sea simplemente el tono decadente de sus últimos poemas, como señala Richard Millington en Public Domain Review. La etapa final de Trakl está atiborrada de imágenes de ciudades que colapsan, personas enfermas, estrellas que caen: todo se ve envuelto por un paisaje apocalíptico ("el veneno negro" y "todos los caminos llevan al negro ocaso"). Se trata de una "concurrencia en la intensificación de una tendencia establecida", su propia inclinación hacia la luz del abismo: "el periodo de fuerte consumo de cocaína significa también una radicalización de su autodestructiva". En Trakl y en su poesía verdaderamente hechizada podemos ver uno de los primeros ejemplos de este poético oxímoron característico de la cocaína, cuya blancura (y las imágenes de nieve y pureza que entrelaza) es un espejismo detrás del cual se esconde una corrosiva y venenosa naturaleza.