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Nuevas investigaciones encontraron que los elefantes pueden detectar tormentas a cientos de kilómetros y cambiar su rumbo para ir hacia ellas

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La manera en que operan los elefantes es insondable. Nunca entenderemos su capacidad mnemónica porque la única manera de cuantificarla es comparándola con un disco duro, quizás; y no se diga del miedo que le tienen a las hormigas, el cual es otro rasgo que también, por surreal, escapa a nuestra realidad.  

Sabemos que recuerdan dónde está el agua y por ello pasan meses del año caminando hacia ella, pero hasta ahora no se sabía que también pueden escuchar el sonido de la lluvia a más de 250 kilómetros de distancia. Los elefantes tienen una capacidad casi biónica para escuchar llover.

Un grupo de investigadores se dispuso a averiguar por qué algunas veces las manadas cambian de rumbo como por azarosa determinación. Por medio de monitoreo y GPS siguieron el rumbo de las enormes criaturas en el desierto de Namibia, uno de los lugares más secos y calurosos de África, y al mismo tiempo monitorearon las precipitaciones pluviales de la zona utilizando data satelital. Al analizar ambos, se dieron cuenta de que estos cambios repentinos de dirección tenían que ver con la localización de la lluvia.

Investigaciones previas habían encontrado que los elefantes sólo pueden escuchar sonidos de baja frecuencia; por lo tanto, se requiere de más investigación para saber si los sonidos de baja frecuencia causados por tormentas son la verdadera fuente de la habilidad de los elefantes para detectarla. Lo cierto es que, entre más se investiga acerca de estas criaturas, más imposibles parecen ser.