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La ilustre o infame lista de personalidades adictas a las anfetaminas incluye a escritores, actrices, mandatarios y hasta una caricatura del más alto nivel

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Entre la lista de drogas que han sido las más socorridas por personalidades ilustres --ya sea por placer o necesidad-- las metanfetaminas ocupan sorpresivamente un lugar en lo más alto de la lista, solamente superadas por la marihuana y quizás por la cocaína. En el caso de la marihuana, la lista es mucho más amplia y tiene la ventaja de que no es una sustancia adictiva así que innúmeras celebridades, políticos y artistas han cruzando sus huestes de manera inocua (por ejemplo, se cree que por lo menos 11 presidentes de Estados Unidos han fumado marihuana).

En nuestra época las metanfetaminas han cobrado una dudosa reputación en la que sus usuarios son vistos como una especie de crackheads, difícilmente funcionales, en un frenesí descontrolado. Pero la realidad es que las metanfetaminas tienen un amplio linaje como una droga para mejorar el performance: el llamado "speed" es históricamente un recurso para trabajar largas jornadas y mejorar la capacidad cognitiva (con un espectro de sustancias que van desde el Adderall al crystal meth).

Esta lista refleja, a fin de cuentas, que las drogas no necesariamente hacen a las personas disfuncionales sino que, en ocasiones, son justamente lo que les permite seguir cumpliendo su papel en lo más alto de la sociedad --hasta que se desploman.

 

Adolf Hitler

Recientemente se han dado a conocer documentos de la inteligencia militar de Estados Unidos que revelan que Hitler era un usuario regular de metanfetaminas. Al parecer Hitler utilizaba un arsenal de medicamentos para lidiar con sus numeroso padecimientos --registros militares hablan de que el führer era hipocondríaco, algo que puede o no ser parte de la desinformación y el desprestigio natural que la imagen de Hitler ha vivido. Un famoso episodio, según estos registros, habría sido cuando Hitler tomó metanfetaminas antes de una reunión con Mussolini, a quien abrumó hablando sin parar por horas. Cartas del Nobel Heinrich Böll revelan que las tropas nazis tomaban cristales de metanfetamina durante la guerra. 

John F. Kennedy

Según relata el libro Dr. Feelgood, escrito por Richard A. Lertzman y William J. Birnes, el presidente John F. Kennedy se volvió dependiente de las metanfetaminas al confiar en su doctor de cabecera, el famoso Max Jacobson, mejor conocido como Dr. Feelgood. La dosis de Kennedy era parte de un complejo "vitamínico" secreto orientado a aumentar la energía y eliminar el dolor.

Jacobson aparentemente se había iniciado en la farmacopea después de conocer a Jung, quien lo inspiró a probar nuevas sustancias (Jung había experimentado con la mescalina). Según el libro Jacobson fue una secreta influencia el récord de home-runs de Roger Maris en 1961, la crisis de misiles de Cuba y las adicciones de Truman Capote, Marilyn Monroe y Mickey Mantle.

 

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Elvis Presley

El Rey del Rock conoció los poderes de las anfetaminas cuando formaba parte del ejército en Alemania. Un sargento en Friedberg lo introdujo a sus bondades, las cuales recibió con "fiebre evangélica". También ahí Presley aprendió karate. Serían las anfetaminas, junto con otros fármacos de prescripción, las que marcaran la caída de Elvis años después.

Jean Paul Sartre

Es sabido que Sartre, quien también fuera perseguido por una langosta gigante en un viaje de mescalina, experimentó con las anfetaminas hasta al punto de utilizarlas con frecuencia para sus jornadas maratónicas escribiendo, en las que las mezclaba con café, cigarros y alcohol --el cuadrivio de uppers.

Truman Capote

Otra ilustre víctima o beneficiario (según se vea) de las vitaminas secretas del Dr. Feelgood, parte de la élite intelectual de los 50 y 60. Capote describió los shots de Jacobson como "euforia instantánea", notando que "te sientes como Superman. Vas volando. Las ideas llegan a la velocidad de la luz", pero luego es "como si cayeras de un pozo".

Philip K. Dick

Al principio de los 60, el autor de The Man in the High Castle y VALIS escribía 60 cuartillas al día a la velocidad de las anfetaminas, sobreviviendo apenas vendiendo sus historias. Al parecer, Dick escribió todas sus novelas antes de A Scanner Darkly bajo los efectos del speed; sin embargo, según cuenta el mismo Dick, los doctores le dijeron que su hígado procesó bien estas sustancias y no le afectaron en demasía.

Marilyn Monroe

Entre el coctel de drogas que consumía la actriz más popular de Estados Unidos y amante de Kennedy estaban las metanafetaminas, al parecer herencia también del Dr. Feelgood.

 

Mickey Mouse

No sólo el político, la actriz y el cantante más famoso de Estados Unidos consumían anfetaminas; también el dibujo animado más famoso fue víctima de sus encantos. En busca del sueño americano, a veces era necesario darle velocidad al asunto y mejorar la productividad sea como sea.

La edición de una historieta de Disney fechada en 1951 muestra cómo Mickey Mouse se convierte en un traficante de Peppo, en ese entonces el nombre comercial de lo que hoy conocemos como speed. En la aventura Mickey, después de probar las mieles de la metanfetamina y de convidarle a su amigo Goofy, decide firmar un contrato con el proveedor de Peppo para traficar esta droga psicoactiva, por lo cual es enviado a África.