*

La efervescencia colectiva: los beneficios sociales de los rituales

Por: Jimena O. - 09/21/2014

Los rituales grupales que involucran sensaciones físicas extremas refuerzan la cohesión entre los miembros de un grupo social

Seppuku

La sociedad, entendida como una sincronía espacio-temporal entre un grupo de personas que deriva en una determinada atmósfera de prácticas, hábitos y creencias, involucra múltiples dinámicas que terminan por fortalecer la cohesión del grupo. Esa misma fricción que puede ocasionar turbulencias al interior de una población, en ocasiones termina por enraizar la autopercepción compartida y dar vida a intensas conjugaciones que reafirman la identidad grupal.

La existencia de rituales colectivos que involucren llevar estados sensoriales a extremos catárticos está presente en múltiples culturas alrededor del planeta. En este registro podríamos incluir, entre muchos otros, a los temerarios saltadores tribales de bungee, en Vanuatu, las celebraciones de ciertas facciones musulmanas durante el Día de Ashura, particularmente los chiítas, en el cual los participantes se flagelan fieramente, o a las peregrinaciones, un fenómeno popular en decenas de tradiciones, que generalmente implica llevar al cuerpo físico a un extremo metasensorial.   

Otro ejemplo de rituales colectivos es el recientemente memético Ice Bucket Challenge, el cual, motivado por un altruismo pop, implica someter al cuerpo a un breve estado de shock mediante vaciarle una cubeta de agua gélida. Este ultimo caso es particularmente interesante ya que a fin de cuentas es un ritual colectivo en la medida en la que se comparte y genera asociación entre aquellos que lo han llevado a cabo. Pero en realidad, en un plano físico, corresponde a hechos aislados y no a un acto masivo o estrictamente grupal.

410px-Sepik_River_initiation_PNG_1975

La efervescencia colectiva es un concepto acuñado por el sociólogo francés Emile Durkheim que se refiere al envolvimiento casi eléctrico, extático, de un grupo alrededor de un ritual. El contexto permite una entusiasta sintonía de las frecuencias emocionales que, alimentándose entre sí, terminan por crear una intensa adherencia entre los participantes. Incluso podríamos hablar de la plena fusión de voluntades y de un trance durante el cual el grupo se convierte en una sola entidad. Esta excitación se traduce en una unificación momentánea que, aunque eventualmente terminará disgregándose, deja a su paso una especie de impronta compartida que mantiene viva la cohesión del clan.  

Anteriormente habíamos publicado un artículo sobre los beneficios anímicos, cognitivos y prácticos que conlleva ritualizar individualmente ciertos actos de nuestras vidas. Ahora tenemos la oportunidad de reflexionar en torno a las consecuencias de participar en rituales grupales que incumben una hipersensitividad como una herramienta para estrechar los lazos con el resto de nuestra tribu. Y qué mejor que hacerlo de manera consiente. 

Por cierto, si te interesa este tema, te recomendamos el artículo (publicado en inglés en Aeon Magazine) "Trial by fire: From fire-walking and head-slashing to the ice-bucket challenge, ritual pain and suffering forge intense social bonds".